El cofre de las virtudes



Pedro se encontraba explorando el bosque un soleado día de primavera, saltando entre los árboles y escuchando el canto de los pájaros. De repente, tropezó con algo que brillaba entre las hojas caídas.

Al acercarse, vio un cofre misterioso. Intrigado, Pedro abrió el cofre y descubrió que estaba lleno de piedras de diferentes colores y tamaños. Había piedras rojas como la pasión, azules como el cielo, verdes como los árboles y amarillas como el sol.

Se preguntó qué significado tendrían esas piedras. Decidió llevarse algunas para estudiarlas en casa. Mientras caminaba de regreso a su hogar, se cruzó con su abuelo Mateo, un sabio anciano del pueblo. "¿Qué tienes ahí, Pedro?", preguntó curioso Mateo.

"Encontré este cofre con piedras de colores en el bosque", respondió Pedro mostrándole su hallazgo. Mateo examinó las piedras detenidamente y sonrió. "Estas piedras son especiales, Pedro.

Cada una representa una virtud: la roja simboliza la pasión por lo que haces; la azul representa la tranquilidad; la verde es la esperanza; y la amarilla es la alegría. "Pedro quedó asombrado por esta revelación y decidió poner en práctica las enseñanzas de su abuelo.

Colocó las piedras en un lugar especial de su habitación para recordar cada día lo importante que eran esas virtudes en su vida. Los días pasaron y Pedro notó cómo su actitud frente a los desafíos cambiaba.

La pasión lo impulsaba a seguir sus sueños, la tranquilidad lo ayudaba a mantenerse sereno ante los problemas, la esperanza le daba fuerzas para no rendirse y la alegría iluminaba cada momento de su día.

Un año después, Pedro volvió al bosque donde había encontrado las piedras. Esta vez no buscaba tesoros materiales, sino fortalecer sus virtudes interiores.

Y al llegar al lugar donde había hallado el cofre misterioso, descubrió una nueva sorpresa: un arco iris brillante se reflejaba sobre las aguas cristalinas de un arroyo cercano. "Gracias por enseñarme tanto sobre mí mismo y sobre lo que realmente importa", dijo Pedro en voz alta sintiendo gratitud por todo lo aprendido.

Y así fue como aquel encuentro fortuito con un cofre lleno de piedras coloridas cambió para siempre la vida del pequeño Pedro, convirtiéndolo en un niño más sabio y consciente de las virtudes que llevamos dentro.

FIN.

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