El colegio de la diversidad


Había una vez un gato llamado Simón que asistía a un colegio de perros. Aunque era muy inteligente y amable, los perros siempre lo molestaban por ser diferente.

Le decían cosas como "¡Eres un gato! No deberías estar aquí" o "Los gatos no son bienvenidos en nuestra escuela". Simón se sentía triste y solo, pero nunca dejó que las palabras hirientes lo afectaran. Siempre respondía con amabilidad y respeto, incluso cuando los perros se burlaban de él.

Un día, mientras Simón estaba leyendo un libro en la biblioteca de la escuela, llegó corriendo Lucas, uno de los perros más valientes y fuertes del colegio. Lucas era conocido por su valentía y su gran corazón.

Lucas vio cómo los demás perros se burlaban de Simón y decidió intervenir. Se acercó a ellos y les dijo: "¡Basta ya! No es justo tratar así a alguien solo porque es diferente. Todos merecemos respeto y amabilidad".

Los demás perros quedaron sorprendidos al ver a Lucas defender a Simón. Al principio no entendían por qué estaba tomando el partido del gato, pero poco a poco comenzaron a reflexionar sobre sus acciones.

Desde ese día, Lucas se convirtió en el mejor amigo de Simón. Juntos pasaban horas jugando en el patio de la escuela e incluso ayudaban a otros animales que necesitaban ayuda. La actitud valiente de Lucas inspiró a los demás perros del colegio.

Poco a poco fueron cambiando su forma de pensar y comenzaron a aceptar las diferencias entre ellos. Se dieron cuenta de que ser diferentes no era algo malo, sino algo que los hacía únicos y especiales.

La amistad entre Simón y Lucas se volvió tan fuerte que el resto de los perros comenzaron a verlos como un ejemplo a seguir. Aprendieron la importancia de respetar y aceptar a todos, sin importar cómo sean por fuera.

Finalmente, el colegio de perros se convirtió en un lugar donde todos eran bienvenidos y valorados por igual. La diversidad se celebraba y cada uno aprendía de las habilidades y talentos del otro.

Simón siempre estará agradecido con Lucas por haberlo defendido aquel día en la escuela. Su amistad les enseñó a todos una valiosa lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia o sus diferencias, porque lo más importante es el corazón que llevamos dentro.

Y así, con amor y respeto, los animales del colegio vivieron felices para siempre, recordando siempre la importancia de ser buenos y amables con los demás.

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