El colegio del bosque
En un hermoso bosque, todos los animales decidieron construir un colegio para poder aprender juntos y divertirse. Había conejos, zorros, pájaros, osos y muchos más que asistían a clases todos los días.
Un día, durante el recreo, un grupo de conejos empezó a reírse de Lucas, un pequeño ratoncito que siempre estaba solo porque era muy tímido. Los conejos lo rodearon y comenzaron a hacerle bromas pesadas sobre su tamaño y su apariencia.
Lucas se sintió muy triste y se escapó corriendo hasta el rincón más alejado del patio. -¡Miren al ratoncito asustadizo! ¡Es tan chiquito que ni lo podemos ver bien! -se burlaban los conejos entre risas.
Los demás animales observaban la escena en silencio, sin saber qué hacer. Pero entonces llegó Martina, una sabia lechuza que era la maestra del colegio. Ella vio a Lucas escondido detrás de unos arbustos y supo enseguida lo que había pasado.
-¡Basta ya! -gritó Martina con voz firme-. ¿Qué están haciendo? ¿Acaso no saben que cada uno de nosotros es especial a su manera? Los conejos se quedaron callados y bajaron la cabeza avergonzados por sus acciones.
Martina se acercó a Lucas y le tendió una garrita amigable. -Lucas, no prestes atención a las malas palabras de los demás. Eres valiente por seguir adelante a pesar de todo. Lucas levantó la mirada sorprendido y vio la comprensión en los ojos bondadosos de Martina.
Los otros animales también se acercaron lentamente, arrepentidos por haber lastimado a su amigo ratoncito. Querían pedirle perdón sinceramente. -Lo siento mucho, Lucas. No queríamos hacerte sentir mal -dijo uno de los conejos con tristeza en su voz.
-Yo también pido disculpas por haberme reído de ti. Todos somos diferentes pero eso nos hace únicos -agregó otro conejo con gesto arrepentido.
Lucas les miró con cautela al principio, pero luego sonrió tímidamente al ver la honestidad en sus rostros. -Está bien... los perdono -respondió finalmente Lucas con amabilidad-. Gracias por disculparse. Desde ese día, los animales aprendieron una gran lección sobre la importancia de ser empáticos y respetuosos con todos sus compañeros.
Comenzaron a valorar las diferencias como algo positivo e incluso organizaron actividades para celebrar la diversidad entre ellos. Juntos pintaron un mural donde representaban todas las especies del bosque abrazándose en señal de amistad y solidaridad.
Cada animal contribuyó con su propia imagen para mostrar que todos eran importantes y merecían ser tratados con cariño y respeto.
Así, gracias a la enseñanza de Martina y al perdón sincero de los conejos hacia Lucas, el colegio del bosque se convirtió en un lugar donde reinaba la armonía y la empatía entre todos sus habitantes.
FIN.