El colegio mágico de Jon
Había una vez un niño llamado Jon, quien todos los días se resistía a ir al colegio. Al llegar a clase, a veces, lloraba y no quería separarse de su mamá.
Pero lo que Jon no sabía era que dentro del salón de clases se creaban las aventuras más emocionantes. Un día, la maestra de Jon, la señorita Ana, decidió hacer algo especial para animar a su alumno.
Ella organizó una actividad en la que cada estudiante debía inventar su propia historia y compartirla con el resto de la clase. Cuando llegó el momento de compartir las historias, todos los niños estaban emocionados y ansiosos por escuchar lo que sus compañeros habían creado.
La primera en contar su cuento fue Camila. "Érase una vez una princesa valiente llamada Valentina", comenzó Camila entusiasmada. "Ella vivía en un castillo mágico donde había dragones amigables y unicornios parlantes".
Todos los niños quedaron maravillados con la historia de Camila y aplaudieron emocionados. Luego fue el turno de Lucas. "En mi historia -dijo Lucas-, hay un pirata llamado Mateo que busca un tesoro escondido en una isla desierta llena de trampas peligrosas".
Jon estaba atento escuchando cada palabra mientras imaginaba todas las aventuras que se describían en las historias. Pero cuando llegó su turno para contar su cuento, sintió un nudo en el estómago. La maestra le dio ánimos: "Vamos Jon, sé que tienes una gran imaginación".
Confiando en sí mismo, Jon comenzó a contar su historia. "Había una vez un niño llamado Jon que no quería ir al colegio", comenzó titubeante.
"Pero un día, dentro del salón de clases, descubrió que se creaban las aventuras más emocionantes. Junto a sus compañeros, exploraron selvas misteriosas y encontraron tesoros escondidos". A medida que Jon contaba su historia, los ojos de sus compañeros se iluminaban y la maestra sonreía con orgullo.
Todos imaginaban cada detalle y sentían la emoción correr por sus venas. Al finalizar su cuento, Jon recibió aplausos y felicitaciones. Ese día, Jon comprendió que el colegio no era solo aburridas lecciones y deberes monótonos.
Había un mundo de posibilidades esperando ser descubierto dentro del salón de clases. Desde aquel día, cada mañana Jon iba al colegio con entusiasmo y curiosidad por lo que les esperaba en clase.
Descubrió que aprendiendo podía crear historias maravillosas y hacer realidad todas aquellas aventuras en su imaginación. La señorita Ana notó el cambio en Jon y se alegró mucho de verlo tan feliz.
Sabía que había logrado transformar el aburrido colegio en un lugar lleno de magia y creatividad para él y todos sus compañeros. Y así fue como Jon dejó atrás las lágrimas del pasado para convertirse en el protagonista valiente de innumerables historias dentro del salón de clases.
Aprendió a amar el colegio porque descubrió que allí podía dejar volar su imaginación sin límites.
FIN.