El Colibrí y el Elefante



En un colorido bosque, donde la luz del sol se filtraba entre las hojas, vivía un colibrí llamado Lila. Era pequeño, ágil y lleno de energía. Sin embargo, tenía un gran sueño: quería hacer amigos con los animales más grandes del bosque.

Un día, mientras volaba de flor en flor, Lila se encontró con un enorme elefante llamado Tomás. Tomás era amable y siempre se preocupaba por los demás, pero los otros animales lo evitaban por su tamaño.

"¡Hola! ¿Puedo ser tu amiga?" - preguntó Lila entusiasmada.

"¿Amiga mía?" - contestó Tomás con una sonrisa. "Claro, pero no sé si eso funcionará. Soy muy grande y tú muy pequeña."

"Eso no importa, a veces las diferencias son lo que más nos une."

Así comenzó la amistad entre Lila y Tomás. Juntos, exploraban el bosque. Lila volaba alrededor de Tomás mientras él usaba su trompa para alcanzar las hojas más altas. Pero no todos los animales estaban felices con esta amistad.

Una mañana, un grupo de ranas ledió:

"¿Por qué estaría Lila con Tomás? ¡Es tan raro!"

"Esa amistad no tiene sentido, no pueden ser amigos" - dijeron otras ranas.

Lila los escuchó y sintió un nudo en el estómago.

"Tomás, ¿acaso nuestras diferencias nos hacen menos amigos?" - le preguntó preocupada.

"Claro que no, Lila. Lo importante es que nos respetemos y disfrutemos de lo que somos. Todos somos diferentes, y eso está bien."

Sin embargo, las ranas siguieron molestando a Tomás. Un día, decidieron hacer una carrera para demostrar que la velocidad era mejor que la amistad.

"¡Vamos a ver quién es más rápido!" - gritó una de las ranas.

Tomás, aunque no era rápido, decidió participar para apoyar a Lila.

"Lo haremos juntos, Lila. No importa quién gane."

El día de la carrera, todos en el bosque estaban ansiosos. Lila voló por delante, y al llegar a la meta, notó que Tomás estaba drenado pero sonriendo.

"¡Felicidades, Lila!" - exclamó mientras llegaba.

Lila, con gran emoción, buscó a las ranas:

"Hoy, no les voy a demostrar que soy más rápida. Les quiero mostrar que la amistad es más importante que competir."

Las ranas comenzaron a reflexionar.

"Tal vez estamos equivocados, ¿no?" - murmuraron.

"La verdad es que Lila y Tomás parecen felices juntos."

Fue entonces que una pequeña rana se acercó y dijo:

"¿Serían nuestros amigos?"

"Claro que sí" - respondió Tomás, feliz.

"Las diferencias pueden unirnos, y no separarnos."

A partir de ese día, el bosque se convirtió en un lugar de alegría. Lila, Tomás y las ranas, todos juntos, aprendieron que cada uno tiene sus propias habilidades, y que la inclusión y el respeto hacen que cada amistad sea especial.

Juntos organizaron fiestas, compartieron risas y crearon un fuerte lazo que nadie podría romper. Aprendieron que el amor, la amistad y la tolerancia pueden florecer en cualquier lugar.

Y así, Lila y Tomás demostraron que cuando valoramos nuestras diferencias, creamos un mundo mejor.

FIN.

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