El Colibrí y el Fuego
Había una vez en un bosque hermoso, un pequeño colibrí llamado Lito. Lito era conocido por su curiosidad y su energía inagotable. Un día, mientras volaba entre las flores, sintió un calor poco común. Al acercarse, vio que un gran fuego había comenzado a acechar el bosque. Las llamas danzaban y el humo se alzaba por encima de los árboles. Lito se asustó al ver cómo los animales huían del peligro.
"- ¡Oh no!" exclamó Lito, "- ¡Debo hacer algo!"
Determinado a ayudar, Lito voló a velocidad rápida hacia un arroyo cercano. Con su pequeño pico, empezó a llenar su diminuta boca con agua fresca.
"- ¡Lito, ¿qué estás haciendo? !" le preguntó una ardilla llamada Sara, quien había estado observando todo.
"- ¡Voy a apagar el fuego!" respondió Lito con valentía.
Sara se río, "- Pero, Lito, sos demasiado pequeño. No podrás apagar un fuego tan grande con solo unas gotitas de agua.
Lito no se dejó desanimar. Sin detenerse, volvió al bosque y lanzó el agua en la dirección del fuego.
"- ¡Esto es una locura!" gritó un ciervo asustado que pasaba. "- Mejor corre y sálvate. No puedes hacer nada.
"- ¡No puedo quedarme aquí sin hacer nada!" replicó Lito, aún convencido de su misión.
Aunque volaba rápido, el fuego no se detenía. Cada vez que tiraba agua, parecía que el fuego se reía de él. Pero Lito siguió y siguió, y en su tercer viaje al arroyo, ya se sintió algo cansado.
"- Quizás no esté logrando nada..." pensó mientras volaba. En ese momento, conoció a una tortuga llamada Tomás, quien sabía mucho sobre el bosque.
"- ¿Qué te sucede, Lito?" le preguntó Tomás tranquilamente.
"- Estoy tratando de apagar el fuego, pero siento que no puedo. Todos dicen que soy demasiado pequeño para hacer una diferencia.
Tomás sonrió y le dijo, "- A veces, incluso los más pequeños pueden hacer grandes cosas. Tal vez no puedes apagar el fuego solo, pero estoy seguro de que podrías pedir ayuda.
Lito pensó en lo que dijo Tomás. Pronto decidió que necesitaba reunir a los demás animales.
"- ¡Amigos!" voló Lito hacia el grupo de animales que se habían reunido lejos del fuego. "- ¡Necesitamos unirnos para apagar el fuego! Si todos hacemos un esfuerzo, quizás podamos lograrlo.
Los animales se miraron entre sí, dudando, pero la mirada determinada de Lito les dio algo de valor.
"- Está bien, ¿qué tenemos que hacer?" preguntó Sara la ardilla.
"- ¡Vamos a organizar a todos!" exclamó Lito. "- Los pájaros pueden volar alto y llevar agua, los animales más grandes pueden hacer caminos y ayudar a esparcir el agua. ¡Cada uno, con un poco, puede hacer la diferencia!
Los animales se sintieron inspirados y, de a poco, cada uno encontró su tarea. Los pájaros surcaban el cielo, transportando agua en sus picos; los ciervos retiraban hojas secas y ramas que alimentaban el fuego; mientras que los conejos y las ardillas corrían a la orilla del arroyo a recoger más agua.
El trabajo en equipo fue increíble, y poco a poco, el fuego fue perdiendo fuerza. Después de un largo día de arduo trabajo, los animales comenzaron a ver los resultados. El fuego fue finalmente controlado, gracias a los esfuerzos de todos.
Cuando el último rayo de humo se disipó, Lito sintió una alegría inmensa.
"- ¡Lo logramos!" gritó.
Sara se le acercó y le dijo, "- No fue solo tu esfuerzo, Lito. Fue el trabajo en equipo de todos, gracias a tu valentía y determinación.
"- ¡Exacto! Todos somos importantes, sin importar nuestro tamaño!" agregó Tomás.
Desde ese día, Lito aprendió una valiosa lección. No importa cuán pequeño seas, si quieres hacer una diferencia, puedes hacerlo. Pero a veces, reunir fuerza y apoyo de otros es la mejor manera de conseguirlo.
Y así, el bosque se llenó de risas y alegría, y los animales se hicieron más unidos que nunca, con Lito como su pequeño pero valiente héroe.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.