El colibrí y la abeja
Era un hermoso día en el bosque, lleno de colores y aromas a flor recién abierta. Marvin, un colibrí de plumaje brillante, volaba alegremente de flor en flor, disfrutando del néctar dulce y delicioso que tanto le gustaba. Mientras estaba ocupado en su vuelo, de repente escuchó un zumbido triste que venía de un arbusto cercano.
Decidido a averiguar qué ocurría, Marvin se acercó y vio a una pequeña abeja llamada Beatriz, que parecía muy preocupada.
- ¿Por qué estás tan triste, Beatriz? - preguntó Marvin con su voz melodiosa.
- Oh, Marvin - respondió Beatriz con un ligero sollozo - Me perdí. No puedo encontrar las flores y sin ellas, no puedo recolectar néctar para mi colmena.
- ¡No te preocupes! - dijo Marvin, tratando de animar a su nueva amiga - Yo te ayudaré a encontrar las flores. He volado por todo el bosque y sé exactamente dónde están las más bellas.
Beatriz sonrió tímidamente. - Gracias, Marvin. Eso sería maravilloso.
Así que juntos emprendieron su aventura. Marvin volaba rápido, mostrándole a Beatriz las diferentes flores que iba encontrando en su camino. De todas las formas y colores, las flores eran realmente un espectáculo. Beatriz no podía dejar de admirar su belleza mientras Marvin le contaba sobre cada una:
- Esta es una flor de girasol, ¡le encanta el sol! - dijo Marvin señalando una gran flor amarilla.
- Y esa es una de mis favoritas, la lavanda. Su aroma es increíble - agregó volando hacia una flor de delicados tonos lilas.
Mientras exploraban, se encontraron con un pequeño río. Justo en la orilla, había un grupo de flores que Beatriz nunca había visto antes.
- ¡Mira, Beatriz! - exclamó Marvin emocionado - ¡Son flores de campo! Tienen un néctar muy dulce.
- No puedo creerlo. Nunca he estado tan cerca de tantas flores hermosas - dijo Beatriz mientras, con un poco de esfuerzo, se acercaba a probar el néctar de una de ellas. Pero, justo en ese instante, un viento fuerte sopló, haciendo que Beatriz perdiera el equilibrio y cayera en el agua.
Marvin se alarmó. - ¡Beatriz! ¡Agárrate! - gritó mientras zambullía sus alas para ayudarla.
Con un esfuerzo, Marvin logró empujar a Beatriz hacia la orilla, donde pudo salir del agua completamente empapada.
- ¡Gracias, Marvin! Estuve muy asustada, pero me salvaste - dijo Beatriz, aún temblorosa.
- Es un placer ayudar a un amigo - respondió Marvin, aunque su corazón aún latía rápido. - Pero quizás debamos ser más cuidadosos, no me gustaría que te lastimaras.
Beatriz reflexionó. - Tienes razón, a veces no pienso en los peligros. Gracias por tu valentía, Marvin.
La aventura continuó, y cada vez que Beatriz se sentía insegura o confundida, Marvin la guiaba con paciencia, enseñándole sobre las flores y cuidando que se mantuviera a salvo.
Finalmente, después de un largo día de vuelo y aprendizaje, llegaron a una pradera llena de flores de todos los colores.
- ¡Mira, Beatriz! - dijo Marvin emocionado - ¡Este es el lugar perfecto! Aquí hay suficiente néctar para que puedas llevar a tu colmena.
Beatriz brilló de alegría. - Es hermoso, gracias por ayudarme a encontrarlo.
Mientras Beatriz empezaba a recolectar néctar, Marvin se sentó en una flor cercana y se sintió satisfecho de haber ayudado a su nueva amiga.
De repente, un montón de abejas volaron hacia ellos. Eran las amigas de Beatriz, que venían a buscarla.
- ¡Beatriz! ¡Pensábamos que te habías perdido! - gritó una abeja.
- No, ¡estoy aquí! - respondió Beatriz, sonriendo ampliamente. - Marvin me ayudó a encontrar las flores.
Las otras abejas estaban impresas con la valentía de Marvin. Todos lo rodearon agradecidos.
- ¡Eres un héroe! - exclamó otra abeja.
Marvin sonrió modestamente. - Solo hice lo que cualquier amigo haría.
Desde ese día, Marvin y Beatriz se volvieron inseparables. Cada vez que Beatriz necesitaba ayuda, Marvin estaba allí, y cada vez que Marvin se sentía solo, Beatriz lo acompañaba. Juntos aprendieron no solo sobre el néctar y las flores, sino también sobre la importancia de la amistad y el cuidado mutuo.
Y así, en el bosque, un colibrí y una abeja demostraron que con amigos, todo es posible, incluso encontrar el camino de regreso a casa.
FIN.