El collar de la amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un chico llamado Adrián. Desde pequeño, todos en el pueblo sabían que Adrián era especial.
No solo era increíblemente guapo y apuesto, sino que también tenía una suerte increíble en todo lo que hacía. Ya fuera jugando a las escondidas o participando en competencias de deportes, siempre salía victorioso. Adrián también era muy sociable y le encantaba salir a explorar los alrededores del pueblo.
Siempre estaba listo para una nueva aventura y nunca decía que no a conocer lugares nuevos o hacer amigos. Su carisma y alegría contagiaban a todos los que estaban a su alrededor.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, Adrián se encontró con un viejo mago llamado Don Fermín. El mago estaba impresionado por la belleza y la suerte de Adrián, así que decidió darle un regalo especial.
"-Hola joven Adrián, veo que eres un chico muy especial", dijo el mago con voz grave pero amigable. "-¡Hola! Sí, me llamo Adrián. ¿Y tú quién eres? ¡Eres un mago!", respondió emocionado Adrián.
Don Fermín sonrió y sacó de su bolsa un collar brillante con una piedra preciosa incrustada. "-Este collar te dará aún más suerte de la que ya tienes, pero recuerda: la verdadera suerte viene del corazón". Adrián aceptó el regalo agradecido y se despidió del mago para regresar al pueblo.
Desde ese día, parecía como si su suerte hubiera aumentado aún más. Ganaba cada juego en el que participaba e incluso encontraba monedas de oro perdidas por las calles. Sin embargo, algo dentro de él empezó a cambiar.
Se dio cuenta de que la verdadera felicidad no venía de ganar juegos o encontrar tesoros, sino de compartir momentos especiales con sus amigos y seres queridos. Un día, durante una fiesta en el pueblo, decidió hacer algo inesperado.
En lugar de participar en los juegos para ganar premios como solía hacerlo, organizó una serie de actividades donde todos pudieran divertirse juntos sin importar quién ganara o perdiera. La gente del pueblo quedó sorprendida por la generosidad y humildad de Adrián.
Se dieron cuenta de que la verdadera belleza no estaba solo en su apariencia física o en su suerte innata, sino en la bondad y nobleza de su corazón.
Desde ese día en adelante, Adrián siguió siendo tan guapo y afortunado como siempre; sin embargo, ahora también era conocido por ser un amigo leal y generoso para todos los habitantes de Villa Alegre.
Y colorín colorado este cuento ha terminado; porque aunque tener buena suerte es genial, nada supera el valor realde amistad sincera y lealtad, que nos llena el alma hasta reventar.
FIN.