El collar mágico de la guardiana del Big Ben



Anna era una niña muy curiosa y aventurera que vivía en un pequeño departamento frente al Támesis, en Londres. Todos los días, después de la escuela, Anna iba al parque a jugar con su perro Max.

Max era un golden retriever muy juguetón que siempre estaba listo para correr y saltar junto a Anna. Un día soleado de primavera, mientras Anna y Max jugaban en el parque, vieron algo brillante entre los arbustos.

Se acercaron con curiosidad y descubrieron un collar de plata con una piedra azul incrustada. - ¡Mira, Max! ¡Qué bonito collar! -exclamó Anna emocionada. Max movió la cola contento y ladró como si estuviera de acuerdo con Anna.

De repente, una voz misteriosa resonó detrás de ellos: "Ese collar pertenece a la guardiana del Big Ben". Anna se giró sorprendida y vio a una anciana encantadora vestida con ropas brillantes que parecían sacadas de un cuento de hadas.

- ¿La guardiana del Big Ben? ¿Quién es ella? -preguntó Anna intrigada. La anciana sonrió y le explicó a Anna que la guardiana del Big Ben era una mujer sabia y bondadosa que protegía el reloj más famoso de Londres.

Sin el collar mágico, la guardiana no podía cumplir su misión y el tiempo en la ciudad estaría en peligro. - Necesitamos devolverle este collar lo antes posible -dijo la anciana con seriedad. Anna asintió decidida a ayudar.

La anciana le indicó cómo llegar al Big Ben y le advirtió sobre los desafíos que enfrentarían en el camino. Junto a Max, emprendieron la travesía hacia el imponente reloj.

En su camino se encontraron con obstáculos como puentes rotos que debían cruzar, laberintos donde debían encontrar el camino correcto y hasta criaturas mágicas que intentaban detenerlos. Pero gracias a su valentía, astucia y trabajo en equipo lograron superar cada desafío.

Finalmente llegaron al pie del Big Ben justo cuando las manecillas marcaban las doce campanadas de medianoche. Allí estaba la guardiana esperándolos con alegría pero también preocupación por su collar perdido. - ¡Hemos encontrado tu collar! -exclamó Anna extendiéndole el objeto brillante.

La guardiana tomó el collar entre sus manos temblorosas y lo colocó alrededor de su cuello. Una luz intensa iluminó todo el lugar mientras el reloj comenzaba a moverse nuevamente marcando las horas correctamente.

- Gracias por traerme mi amuleto sagrado, valientes viajeros -dijo la guardiana mirando fijamente a Anna y Max-. Su coraje ha salvado nuestro tiempo aquí en Londres. Como muestra de gratitud, la guardiana les concedió un deseo especial a ambos: poder seguir compartiendo aventuras juntos por toda la eternidad.

Desde ese día, Anna supo que siempre podría contar con Max para vivir momentos extraordinarios llenos de magia e amistad en cada rincón especial del mundo.

FIN.

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