El collar mágico de Luciana
aban. Un día, mientras paseaba por el campo con su papá, vio algo brillante entre la hierba. - ¡Papá, mira! ¡Hay algo brillante ahí! - exclamó Luciana emocionada. Su papá se acercó y encontró un collar de perlas.
Era hermoso y parecía muy valioso. - ¿Qué haremos con esto? - preguntó el papá de Luciana. - Podemos buscar al dueño. Seguro alguien lo perdió y está triste sin él - sugirió Luciana.
Así que comenzaron a preguntar a las personas del campo si habían perdido un collar de perlas, pero nadie sabía nada al respecto. Decidieron entonces llevarlo a la policía para que lo guardaran hasta encontrar al dueño.
Mientras tanto, Luciana no podía dejar de pensar en el collar y en quién podría haberlo perdido. Se imaginaba a una señora mayor que había llorado mucho cuando se dio cuenta de que había desaparecido su joya más preciada.
Quería ayudarla a encontrarla y hacerla feliz nuevamente. Una semana después, recibieron una llamada de la policía. Habían encontrado al dueño del collar: era una señora llamada Doña Rosa quien vivía en un pequeño pueblo cercano al campo.
Estaba tan feliz al recuperar su collar que invitó a Luciana y a su familia a visitarla como muestra de gratitud. Cuando llegaron a la casa de Doña Rosa, quedaron maravillados por el hermoso jardín lleno de flores coloridas y árboles frondosos.
Doña Rosa les contó cómo cuidaba cada planta con amor y paciencia, y cómo eso le había dado tantas alegrías. - Luciana, me gustaría enseñarte todo lo que sé sobre las plantas y los animales del campo - dijo Doña Rosa sonriendo.
A Luciana le brillaron los ojos de emoción. ¡Era la oportunidad perfecta para aprender aún más sobre la naturaleza que tanto amaba! Durante varias semanas, Luciana visitó a Doña Rosa todos los días después de la escuela.
Aprendió cómo sembrar semillas, regar las plantas adecuadamente y cuidar de los árboles frutales. También aprendió a reconocer diferentes tipos de aves y sus cantos.
Un día, mientras paseaban por el campo juntas, vieron un pequeño conejito atrapado en una red abandonada. Luciana rápidamente corrió a liberarlo con mucho cuidado. - Gracias por salvarme - dijo el conejito tembloroso. - De nada, amigo conejito. Todos merecen vivir libres en la naturaleza - respondió Luciana con dulzura.
El conejito se fue saltando felizmente hacia su madriguera mientras Luciana continuaba su paseo con Doña Rosa.
Se dio cuenta de que no solo podía aprender sobre la naturaleza en los libros o en internet, sino también ayudando a protegerla y cuidándola directamente. Con cada visita a Doña Rosa, Luciana crecía más apasionada por el campo y sus maravillas. Comenzó a soñar con convertirse en bióloga cuando fuera grande para explorar aún más la flora y fauna del mundo natural.
Y así fue como gracias al collar perdido, Luciana descubrió su verdadera pasión por la naturaleza y aprendió que ayudar a los demás puede llevarnos a vivir aventuras increíbles.
Desde aquel día, nunca dejó de explorar y cuidar el campo, convirtiéndose en una protectora de la naturaleza y compartiendo sus conocimientos con otros niños para inspirarlos a amar y respetar nuestro hermoso planeta.
FIN.