El collar mágico de Magilla



Había una vez en el hermoso Reino de los Priscos, un lugar lleno de alegría y diversión. Los habitantes eran conocidos por su amabilidad y generosidad, pero también por ser muy traviesos.

Cada año, los Reyes Magos visitaban el reino para traer regalos a todos los niños. En esa ocasión, los Reyes Magos decidieron sorprender a todos con un regalo especial: trajeron a Magilla, una pequeña mona muy simpática pero extremadamente traviesa.

Cuando Magilla llegó al reino, todas las personas la recibieron con mucho entusiasmo. Pero pronto se dieron cuenta de que esta monita tenía mucha energía y travesuras por hacer. Corría de un lado a otro trepando árboles y saltando sobre las casas del pueblo.

El Rey Prisco llamó a sus consejeros para buscar una solución al problema que estaba causando la pequeña Magilla. Todos estaban preocupados porque no sabían cómo controlarla y temían que sus travesuras fueran demasiado peligrosas.

"¡Debemos enseñarle buenos modales!", exclamó el Rey Prisco. "Necesitamos encontrar a alguien que pueda ayudarnos". Entonces recordaron que en el Bosque Encantado vivía Don Tito, un viejo sabio que siempre tenía respuestas para todo tipo de problemas.

Sin perder tiempo, convocaron al anciano para contarle lo sucedido. Don Tito escuchó atentamente y sonrió con picardía antes de decir: "Tengo la solución perfecta para ustedes".

Les explicó que había encontrado una antigua leyenda sobre un amuleto mágico que tenía el poder de calmar a cualquier criatura traviesa. "Este amuleto se encuentra en lo más profundo del Bosque Encantado, pero solo puede ser obtenido por alguien puro de corazón y con buenas intenciones", explicó Don Tito.

Los Priscos estaban emocionados y decidieron enviar a Tomás, el niño más valiente y noble del reino, para buscar el amuleto mágico. Tomás aceptó gustoso la misión y se adentró en el bosque junto a su fiel amigo animal, Lucas.

Durante su travesía, Tomás y Lucas se encontraron con muchos desafíos: árboles gigantes que les bloqueaban el camino, arroyos caudalosos y animales salvajes. Pero Tomás no se rindió y continuó avanzando con determinación.

Finalmente, después de superar todos los obstáculos, llegaron al lugar donde supuestamente estaba escondido el amuleto. Encontraron una pequeña cueva iluminada por una luz brillante. Al acercarse, vieron un cofre dorado resplandeciente en medio de la sala.

Tomás abrió cuidadosamente el cofre y encontró un collar con un hermoso colgante en forma de estrella. Sabiendo que había encontrado lo que buscaba, tomó el collar y regresó rápidamente al Reino de los Priscos.

Cuando llegó al reino, todos estaban esperándolo ansiosos para ver si realmente había tenido éxito en su misión. Con mucho entusiasmo, Tomás colocó el collar alrededor del cuello de Magilla. Para sorpresa de todos, en el momento en que el collar tocó su piel, Magilla se calmó instantáneamente.

Sus travesuras desaparecieron y se convirtió en una monita tranquila y obediente. Desde ese día, Magilla aprendió a comportarse adecuadamente y se convirtió en la mascota más querida del Reino de los Priscos.

Los habitantes aprendieron que con paciencia y amor, incluso los seres más traviesos pueden transformarse. Y así, gracias al valor y la perseverancia de Tomás, el reino vivió felizmente junto a Magilla durante muchos años, recordando siempre que las segundas oportunidades pueden hacer maravillas en nuestras vidas.

FIN.

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