El collar mágico de Max



Avía una vez un perro llamado Max que vivía en una pequeña casa con su dueño, Martín. Aunque Martín lo cuidaba y lo quería mucho, Max soñaba con explorar el mundo más allá de los muros de su hogar.

Un día, mientras paseaban por el parque, Max vio a otros perros corriendo y jugando libremente. Su corazón se llenó de envidia y sus patitas empezaron a picarle por salir corriendo junto a ellos.

"Martín, ¿puedo ir a jugar con esos perros? Quiero ser libre como ellos", le preguntó Max emocionado. Martín acarició la cabeza de Max y le dijo: "Lo siento, Max. Aquí estás seguro y te cuido mucho.

No quiero que te lastimes o te pierdas". Max se sintió triste pero decidió no rendirse. Sabía que debía encontrar una manera de convencer a Martín de dejarlo ser libre. Una tarde, mientras caminaban cerca del río, Max notó algo brillante en la orilla.

Se acercó curioso y descubrió un collar mágico con una etiqueta que decía: "Este collar cumplirá un deseo". Max sabía exactamente qué desear: libertad para explorar el mundo fuera de su casa.

Sin pensarlo dos veces, se colocó el collar alrededor del cuello. De repente, todo cambió. El collar comenzó a brillar intensamente y Max fue transportado a un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores coloridas.

Max saltaba emocionado entre las hojas mientras disfrutaba del aire fresco en su pelaje. Pero pronto comenzó a extrañar a Martín y se preguntaba si había tomado la decisión correcta. "¡Oh no! ¿Qué hice? Extraño a Martín y mi hogar", pensó Max preocupado.

Justo en ese momento, un conejito llamado Ciro apareció saltando cerca de él. "¿Hola, perro mágico! ¿Por qué pareces tan triste?", preguntó Ciro con curiosidad. Max le contó su historia y cómo deseaba ser libre pero ahora se sentía perdido.

Ciro sonrió y dijo: "A veces, lo que más deseamos es lo que ya tenemos. La libertad está en el corazón, Max". Max reflexionó sobre las palabras del conejito y decidió regresar a casa.

Se quitó el collar mágico y cerró los ojos con fuerza mientras pedía volver junto a Martín. Cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en su casa, frente a Martín. Max saltaba emocionado alrededor de él mientras ladraba felizmente.

Martín se sorprendió al verlo tan contento pero también notó una tristeza en sus ojos. "Max, te extrañé mucho. Si realmente quieres ser libre para explorar el mundo, estoy dispuesto a dejarte ir", dijo Martín con voz temblorosa. Max corrió hacia Martín y lo abrazó con todas sus fuerzas.

Luego se recostaron juntos en el sofá y Max le explicó todo lo que había aprendido durante su aventura en el bosque mágico.

Desde aquel día, Max disfrutaba cada paseo con Martín sabiendo que tenía un hogar lleno de amor y también la libertad de explorar el mundo junto a su mejor amigo. Y así, Max aprendió que la verdadera libertad no está en los lugares lejanos, sino en el corazón de aquellos que amamos y nos aman.

FIN.

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