El collar mágico de Rocío y Alexandra



Había una vez dos hermanas llamadas Rocío y Alexandra que vivían en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque. Un día, decidieron aventurarse en el bosque para recolectar flores y hojas para hacer manualidades.

Mientras caminaban por el frondoso bosque, comenzaron a escuchar unos aullidos a lo lejos. Eran los lobos que habitaban en la zona. Asustadas, Rocío y Alexandra se escondieron detrás de un árbol grande y esperaron a que los lobos pasaran.

Cuando los lobos finalmente se alejaron, las niñas salieron de su escondite pero se dieron cuenta de que habían perdido el collar de perlas que llevaba Rocío puesto.

El collar había sido un regalo muy especial de su abuela y tenía un gran valor sentimental para ellas. - ¡Oh no! - exclamó Rocío con tristeza - ¡Perdimos el collar de perlas! - No te preocupes, Rocío. Lo encontraremos - dijo Alexandra tratando de consolarla.

Las niñas comenzaron a buscar desesperadamente por todos lados, pero no lograban encontrar el collar perdido. Estaban muy preocupadas y no sabían qué hacer. De repente, apareció una pequeña ardilla saltando entre las ramas del árbol donde se habían escondido antes.

La ardilla parecía estar juguetona y emocionada por algo. Se acercó corriendo hacia ellas y les mostró algo brillante en su boca: ¡era el collar de perlas! - ¡Mira, Rocío! La ardilla encontró tu collar - exclamó Alexandra emocionada.

Rocío y Alexandra agradecieron a la ardilla con una sonrisa y tomaron el collar de perlas. Ahora, estaban más felices que nunca.

Pero antes de irse, Rocío tuvo una idea brillante: decidió hacerle un collar especial a la ardilla como muestra de gratitud por haberles ayudado. Utilizó hojas secas y flores del bosque para crear un hermoso collar natural. - Aquí tienes, pequeña ardilla.

Este es tu propio collar hecho con amor - dijo Rocío colocándole el collar a la ardilla. La ardilla parecía estar muy contenta y se marchó saltando entre las ramas llevando su nuevo collar puesto. Rocío y Alexandra aprendieron una valiosa lección ese día: la importancia de cuidar y valorar las cosas que tienen.

A veces, perdemos algo preciado pero si mantenemos la esperanza y buscamos con determinación, podemos encontrarlo nuevamente o incluso descubrir algo aún mejor en el camino.

Desde aquel día, las niñas siempre recordaron esa aventura en el bosque como un momento especial lleno de aprendizaje y amistad con los animales del lugar.

Y cada vez que veían a una ardilla juguetona saltando entre los árboles, sabían que era un recordatorio de cómo incluso en los momentos más difíciles, siempre hay esperanza.

FIN.

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