El Collar Perdido de Jazmín
Era una hermosa mañana en el reino de Floralía. La princesa Jazmín, con su vestido brillante y su cabello dorado, se despertó con una sonrisa. Hoy era un día especial, ya que iba a pasear por el bosque con su collar, en el que estaban las letras de su nombre. Sin embargo, cuando salió de su habitación, se dio cuenta de que el collar había desaparecido.
- ¡Oh, no! -exclamó Jazmín con tristeza- ¡Mi collar! ¿Dónde estará?
Jazmín decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Tenía que encontrar cada letra de su nombre. Así que emprendió un viaje hacia el bosque mágico.
Mientras caminaba, se encontró con un pequeño pez saltando entre los arroyos.
- ¡Hola, pez! -saludó Jazmín-. ¿Has visto alguna de mis letras?
- Sí, princesa. Encontré una ‘J’ en el agua -dijo el pez encantado-. Aquí tienes.
- ¡Gracias, amigo! -dijo Jazmín, feliz de tener de vuelta la primera letra de su collar.
Continuó su camino, entusiasmada. A poca distancia, vio a un alegre gato tumbado al sol.
- ¡Hola, gato! -llamó Jazmín-. ¿Me ayudarías? He perdido mi collar y necesito encontrar las letras que lo componen.
- ¡Claro, Jazmín! Aquí está la ‘A’ -dijo el gato mientras jugueteaba con la letra que había encontrado.
- ¡Qué suerte tengo! -exclamó la princesa, agradecida.
Con dos letras recuperadas, Jazmín siguió buscando. En el camino, escuchó el canto de un pájaro en un árbol.
- ¡Hola, pajarito! -gritó Jazmín-. Estoy buscando mis letras. ¿Has visto alguna?
- ¡Sí! -cantó el pájaro-. Aquí está la ‘Z’. La encontré en el nido.
- ¡Maravilloso! -dijo Jazmín mientras tomaba la letra-. Estoy tan cerca de completar mi collar.
Sin embargo, un poco más adelante, la princesa se encontró con un obstáculo: un gran río que bloqueaba su camino.
- ¿Cómo cruzaré esto? -se preguntó angustiada.
De repente, apareció un curioso sapo.
- ¡Hola! -saludó el sapo-. ¿Por qué tan triste, princesa?
- He perdido mis letras y necesito llegar al otro lado para encontrarlas -explicó Jazmín.
- ¡Puedo ayudarte! Salta sobre mi espalda y te llevaré al otro lado -dijo el sapo con entusiasmo.
Jazmín subió al sapo y, saltando de piedra en piedra, llegó al otro lado. Descansó un momento y le dio las gracias al sapo.
- ¡Eres un gran amigo! -dijo Jazmín entusiasmada.
- Aquí tengo algo para ti -dijo el sapo-. ¡Te devolveré la ‘M’ que encontré! -y le entregó una hermosa letra verde.
Ahora solo le quedaban la ‘I’ y la ‘N’. Jazmín siguió buscando con determinación. En su camino, notó una sombra que se movía en un arbusto. Al acercarse, se encontró con una pequeña ardilla.
- ¡Hola, ardilla! -dijo Jazmín-. ¿Me ayudarías a encontrar mis letras perdidas?
- ¡Sí, tengo la ‘I’! -respondió la ardilla emocionada-. La encontré mientras buscaba nueces.
- ¡Genial! -gritó Jazmín mientras la ardilla le daba la letra.
Con la ‘I’ en sus manos, solo le quedaba una letra. Jazmín se sentía muy feliz, pero también cansada.
- ¿Dónde estará la última letra? -se preguntó.
De repente, escuchó un fuerte rugido.
- ¡Ay, no! ¿Qué fue eso? -exclamó.
Al girar, se dio cuenta de que era un pequeño león. La princesa, asustada, recordó que el león era un símbolo de valentía.
- No temas, Jazmín -dijo el león con voz fuerte pero suave-. He escuchado que buscas una ‘N’. La encontré en el suelo del bosque.
- ¡Sí! -gritó Jazmín emocionada-. ¿Te gustaría dármela?
- Por supuesto. Aquí tienes -respondió el león, entregándole la letra con una sonrisa.
Con la ‘N’ en su poder, Jazmín sintió una alegría indescriptible. Había encontrado todas las letras de su nombre.
- ¡He logrado armar mi collar! -gritó la princesa mientras se ponía las letras de vuelta en su cuello. -Chicos, ¡venid a verlo!
Los animales se acercaron para felicitarla.
- ¡Qué hermoso! -dijo el pez.
- Estás radiante, Jazmín -comentó el gato.
- Somos un gran equipo -dijo la ardilla, contenta.
Esa tarde, Jazmín volvió al castillo no solo con su collar reparado, sino con una nueva comprensión de la amistad, la valentía y la colaboración.
Jazmín aprendió que, aunque a veces se pierdan cosas, el verdadero valor se encuentra en la gente que nos rodea y en cómo nos ayudamos mutuamente en momentos difíciles. Y así, la princesa nunca olvidó que la amistad es el mejor collar que se puede tener.
FIN.