El Color de la Amistad



En un pequeño pueblo llamado Colores, había cuatro amigos muy especiales: Sofía, Tomás, Lucas y Valentina. Sofía tenía discapacidad visual, Tomás tenía una discapacidad auditiva, Lucas tenía una discapacidad física y Valentina era una genia en matemáticas, pero a veces luchaba con las palabras.

Un día, mientras jugaban en el parque, Sofía dijo:

- ¡Chicos! ¿Se han dado cuenta de que el sol brillante es como un abrazo cálido?

- ¿Un abrazo? - preguntó Tomás mientras hacía gestos para que Sofía entendiera que sí, le parecía genial.

- ¡Sí! - exclamó Valentina, que había escuchado sobre cómo las personas con discapacidad visual sentían los colores con sus otros sentidos.

- Y el viento, ¡tiene que ser un abrazo también! - dijo Lucas mientras movía los brazos como si abrazara al viento.

A la tarde, decidieron hacer un proyecto para su escuela: querían crear una obra de arte que todos pudieran disfrutar, sin importar sus capacidades. Así que cada uno propuso algo especial:

- Yo puedo crear una escultura con barro - dijo Lucas, emocionado.

- Yo puedo pintar y hacer que otros sientan lo que yo siento - exclamó Sofía.

- Yo puedo ayudar a contar la historia a los demás - afirmó Valentina, con una sonrisa.

- ¡Y yo puedo hacer música para acompañar la obra! - agregó Tomás, haciendo movimiento con sus manos al ritmo de una canción que él tenía en mente.

Con el entusiasmo a flor de piel, comenzaron a trabajar. Sofía describía a sus amigos lo que sentía al tocar el barro, mientras Lucas creaba una escultura hermosa. Tomás escogió el ritmo de una canción que representaba la alegría que sentían, mientras Valentina contaba historias a través de dibujos.

Un día, mientras estaban trabajando, se encontraron con un problema. Lucas se sentía frustrado porque su escultura no salía como deseaba.

- ¡Esto es imposible! - gritó, haciendo que todos se detuvieran.

- No, Lucas, no te rindas - le dijo Valentina, acercándose.

- Sí, ¡los errores son parte del proceso! - añadió Sofía.

- Y yo puedo ayudarte a encontrar una nueva manera de hacerlo - interrumpió Tomás, señalando con sus manos el diseño que Lucas tenía en mente.

Lucas miró a sus amigos, sintiéndose reconfortado por su apoyo. Respiró hondo y juntos comenzaron a trabajar en equipo.

Finalmente, llegó el día de la presentación. Todos los niños de la escuela estaban emocionados, y sus familias también.

- ¡Hoy mostraremos nuestro arte a todos! - dijo Sofía.

- ¡Nuestra obra reunirá todas las formas de sentir y ver el mundo! - exclamó Tomás.

- ¡Vamos, equipo! - dijo Valentina, levantando su mano en señal de un choque de puños.

- ¡Sí! - gritó Lucas, sonriendo al ver el apoyo de sus amigos.

En la sala, presentaron su obra: un mural lleno de colores, una escultura que se podía tocar y sentir, una melodía alegre que todos podían escuchar y una historia que relataba cómo cada uno de ellos veía el mundo desde su perspectiva. Todos aplaudieron al final, y los profesores no podían creer lo que los niños habían logrado juntos.

- ¡Este es el verdadero significado de la amistad! - anunció la maestra, mientras sus ojos brillaban de orgullo.

- Y de ayudar a los demás a encontrar su voz, sin importar sus diferencias - agregó Valentina.

- ¡Colores para todos! - gritaron juntos, levantando las manos al aire.

Después de esa experiencia, no solo mostraron su obra en la escuela, sino que se convirtieron en un ejemplo en su comunidad; todos aprendieron que cada uno tiene una voz única y especial, y que las diferencias son lo que nos hace fuertes. Desde ese día, el pueblo de Colores se llenó de alegría, música y nuevas amistades.

Y así es como los cuatro amigos demostraron que, aunque todos eran diferentes, juntos podían crear algo hermoso que trascendía cualquier limitación. La amistad, al igual que el arte, no conoce fronteras.

FIN.

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