El Color de los Sueños
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colorete, un niño llamado Varela. A Varela le encantaba el arte; sus días transcurrían pintando paredes con los colores más vibrantes que podía encontrar. Pero un día, mientras pintaba su gran mural en la plaza, se dio cuenta de que los colores empezaban a desvanecerse.
"¡Oh no!" - exclamó Varela. "¿Qué le está pasando a mi mural?"
Su mejor amiga, Lucía, se acercó corriendo.
"¿Qué sucede?" - preguntó preocupada.
"Mis colores están perdiendo vida. Necesito ayuda para encontrar nuevos!"
Lucía, que también compartía la pasión por el arte, decidió ayudar a Varela en su búsqueda. Juntos, pensaron en las formas en que podían recuperar el brillo de los colores.
- “¡Podríamos ir al Bosque Colorido! Dicen que ahí hay colores mágicos.” - propuso Lucía con emoción.
- “¡Sí! Nunca he estado allí. Eso podría funcionarnos”, respondió Varela.
Así, Varela y Lucía se pusieron en marcha hacia el Bosque Colorido. Este bosque era famoso por su deslumbrante vegetación que parecía brillar con su propia luz. Los árboles eran de diferentes colores, y las flores bailaban al ritmo del viento.
Al entrar, vieron un árbol anciano que tenía un brillo especial.
- “Hola, pequeños artistas. ¿Qué los trae por aquí? ” - preguntó el árbol con una voz profunda y amable.
- “Nuestros colores se han desvanecido, y venimos a buscar colores mágicos para restaurarlos”, explicó Varela.
- “Para recuperar los colores, deben ayudarme primero. Necesito que pinten mis hojas. Llevan en su corazón el amor por el arte; si me ayudan, les daré colores mágicos”, dijo el árbol.
Varela y Lucía se miraron emocionados y aceptaron el desafío.
- “¡Vamos, Lucía! Este es un honor, ¡pintaremos sus hojas! ” - exclamó Varela.
Ellos comenzaron a trabajar, usando su imaginación. Pintaron hojas de azul celeste, rosa chicle, y verde esmeralda. Al ver el trabajo en progreso, el árbol comenzó a brillar más intensamente.
- “¡Eso es! Cada color se carga de la alegría que pusieron al pintarlo”, dijo el árbol.
Su entusiasmo creció y pronto terminaron de pintar todas las hojas del árbol, que ahora resplandecía como nunca antes.
- “¡Lo logramos! ” - gritaron los dos juntos.
El árbol les sonrió y, como agradecimiento, les dio un pequeño frasco lleno de un polvo iridiscente.
- “Este es el Color de los Sueños. Úsenlo sabiamente. Solo un poco dará vida a cualquier mural.”
- “¡Gracias, gracias! ” - contestaron, llenos de emoción.
Regresaron a Colorete con su color mágico. Comenzaron a aplicar el polvo en el mural de la plaza. Con cada toque, los colores resplandecían, más vivos que nunca. La gente del pueblo se acercó, asombrada por el espectáculo.
- “¡Es impresionante! ” - gritó un anciano.
- “¿Quién lo hizo? ” - preguntó una niña.
- “Fue Varela y Lucía, los artistas del pueblo”, respondió alguien.
Los días que siguieron, el mural se convirtió en un lugar de encuentro, donde la gente venía a compartir historias y a seguir creando arte. Varela y Lucía inspiraron a otros a pintar también y a explorar su propia creatividad.
- “Nunca pensé que el arte podría unir tanto a las personas”, reflexionó Varela un día mientras miraba sonriendo a su colorido mural.
- “Es verdad. El arte viene del corazón y si lo compartimos, ¡podemos cambiar el mundo! ” - dijo Lucía.
Así, en el pequeño pueblo de Colorete, Varela y Lucía aprendieron el poder del arte: que no solo sirve para embellecer, sino también para unir a las personas, y sobre todo, untuk hacer que los sueños brillen.
Y desde aquel día, el mural de Varela nunca volvió a perder su color.
FIN.