El Color del Amor



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde los días eran soleados, los árboles eran verdes y las flores florecían de todos los colores. En este lugar mágico vivían dos amigas muy especiales: Kenia y Jeimmy.

Kenia era una niña aventurera, siempre lista para explorar. Sus ojos brillaban con curiosidad y su sonrisa iluminaba el día. Jeimmy, por otro lado, tenía una personalidad tranquila y creativa. Le encantaba pintar y siempre llevaba consigo su cuaderno de dibujos.

Un día, mientras paseaban por el parque, Kenia encontró un lujoso arcoíris en el cielo.

"¡Mirá Jeimmy! ¡El arcoíris!" - exclamó Kenia, señalando hacia arriba.

"¡Es hermoso!" - respondió Jeimmy, su mirada perdida en los colores. "¿Te imaginás qué habrá al final?"

"¡Vamos a descubrirlo!" - propuso Kenia emocionada.

Las dos amigas decidieron emprender una aventura hacia el final del arcoíris. Caminaban y charlaban, compartiendo sueños y risas.

"¿Qué harías si encontraras un tesoro?" - preguntó Kenia.

"Pintaría un mural gigante con todos los colores del arcoíris y lo llenaría de amor" - respondió Jeimmy sonriendo.

Mientras seguían avanzando, comenzaron a notar que a lo largo de su camino habían otras amigas que les sonreían y las saludaban, como si también estuvieran en su propia búsqueda.

De repente, llegaron a un claro donde encontraron un pequeño grupo de chicas.

"¡Holaaa! ¿Quén esss ustedes?" - preguntó una de ellas con una gran sonrisa.

"Soy Kenia y ella es Jeimmy. Estamos buscando el final del arcoíris" - explicó Kenia.

"¡Nosotres también!" - dijo otra chica, con entusiasmo. "¡Podemos ir juntas!"

Y así, Kenia y Jeimmy se unieron a sus nuevas amigas. Pronto, el grupo se sintió más fuerte y feliz, cada una aportando su energía, su alegría y su amor en la aventura.

Avanzaban juntas, cantando, riendo y compartiendo historias sobre lo que les hacía felices.

"¿Y qué significa el amor para ustedes?" - preguntó Jeimmy.

Las chicas se miraron, y una de ellas dijo:

"El amor es ver a las personas como son, sin miedo y sin juzgar".

"Sí, y celebrar lo que hace a cada uno especial" - agregó otra.

Kenia se quedó pensando. A menudo había sentido un amor muy especial por Jeimmy, un amor que era diferente al que sentía por lo demás. Ella sintió que en ese momento, rodeadas de amigas, era un buen momento para compartirlo.

"¿Saben? yo siento un amor muy especial por Jeimmy. Ella es mi mejor amiga y me hace sentir muy feliz" - dijo Kenia con valentía.

Jeimmy sonrió con ternura.

"Y yo también siento eso por Kenia. Ella siempre me inspira a ser creativa y me hace reír".

Las chicas las miraron con mucha alegría.

"¡Eso es hermoso! El amor viene en todas formas y colores", dijo una de las chicas.

Continuaron su camino, llenando la tarde de colores y risas. Un momento más tarde, llegaron al final del arcoíris, donde encontraron un hermoso muro lleno de pinturas llenas de color.

"¡Mirad! ¡Es un mural!" - exclamó Jeimmy.

Se dieron cuenta de que no encontraban un tesoro material, sino un lugar donde podían unir su amor y amistad.

"¿Y si pintamos nuestro propio mural?" - propuso Kenia.

Con materiales que encontraron, todas las chicas comenzaron a pintar, cada una aportando sus colores y sentimientos. Rieron, hablaron, y celebraron lo especial que era estar juntos.

Cuando terminaron, el mural se veía increíble: estaba lleno de corazones, estrellas y colores que representaban la diversidad de su amor.

"Esto es nuestro tesoro" - dijo Jeimmy.

"Sí, y el amor que compartimos crea la magia" - añadió Kenia, rodeada de sus amigas.

Y así, las chicas transformaron la tarde en una celebración de amor y amistad. Sabían que, al igual que el arcoíris, su amor era hermoso y único.

Y desde ese día, Kenia, Jeimmy y sus nuevas amigas aprendieron que el amor puede tomar muchas formas y que siempre es un regalo mágico que debe ser celebrado.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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