El Color del Amor



Era una mañana brillante cuando Lía, una niña de ocho años, llegó a la plaza del barrio. Lía soñaba con tener una familia. Cada vez que veía a los padres jugar con sus hijos, sentía un cosquilleo en el estómago. Pero Lía no tenía a nadie. Había vivido en un hogar de acogida desde muy pequeña. Sin embargo, tenía una gran esperanza: algún día, una familia la adoptaría.

Un día, mientras exploraba su huerto favorito, Lía se encontró con dos mujeres que estaban eligiendo flores para su jardín.

"Hola, ¿cómo te llamás?" - preguntó Ana, una de las mamás.

"Me llamo Lía, ¿y ustedes?" - respondió tímidamente.

"Yo soy Ana y ella es Julia, somos pareja y estamos buscando una hija a quien amar y cuidar."

Lía sintió que su corazón daba un salto. Era la primera vez que escuchaba por parte de dos mujeres que querían ser mamás.

"¿De verdad?" - preguntó Lía con escepticismo. "¿Pueden ser mamá y mamá?"

"¡Claro! El amor no tiene que ver con el número de mamás o papás, sino con qué tanto querés y cuán feliz puedes hacer a alguien" - dijo Julia con una sonrisa.

Esa conversación dejó una chispa en el corazón de Lía. Aunque no se lo podía creer, cada visitas que hacía al parque junto a Ana y Julia, se llenaba de alegría y nuevas experiencias. Las mamás la llevaban a explorar museos, a disfrutar de picnics en el parque y a pintar juntas en casa.

Una tarde, mientras hacían juntas un dibujo en el patio, Lía preguntó:

"¿Cómo saben que quieren ser mamás?"

"Cada vez que te vemos reír, sentimos que nuestro amor crece. No se trata de ser perfectas ni de seguir un manual, sino de querer lo mejor para vos" - respondió Ana.

Lía se emocionó mucho. Era como si cada palabra les diese vida a sus sueños. Pero un día, Lía escuchó a otros niños en la escuela hablando.

"Tu familia no es normal porque no tenés un papá" – dijo una niña en el recreo.

"Sí, es raro que tengas dos mamás" – agregó otro niño.

Lía sintió como si le doliera el pecho. Esa noche, mientras cenaban, no podía evitar sentirse triste.

"¿Puedo preguntarles algo?" - dijo Lía, con la voz entrecortada.

"Claro, hija, lo que necesites" - respondió Julia.

"¿Es raro tener dos mamás?" - preguntó, mirando al plato.

Ana y Julia se miraron y luego tomaron las manos de Lía.

"No, amor. No hay forma de amor que sea rara. Cada familia es diferente, pero todas son válidas. Lo importante es que hay risas, cariño y apoyarnos mutuamente. ¡Eso es lo que hace una familia!" - dijo Julia.

"Y recuerda, vos siempre serás nuestra hija, nadie puede quitarte eso. Esto es de verdad y no hay por qué dudar" - agregó Ana.

Lía escuchó cada palabra y sintió que el amor que las unía era más fuerte que cualquier palabra negativa. Con el tiempo, conoció a otros niños con diferentes tipos de familias. Algunos tenían papás, otros mamás, y otros compartían con abuelos o amigos.

Una mañana, Lía tuvo la idea de hablar en clase sobre su familia. A lo largo de la charla, con una gran sonrisa, compartió sobre sus dos mamás:

"Algunas familias son muy diferentes, pero todas tienen amor. A veces, la familia es quien elige cuidar y amar a cada uno, y para mí eso es maravilloso".

Las reacciones fueron diversas, pero muchos niños comenzaron a preguntarle sobre sus experiencias. Lía se sintió orgullosa y, poco a poco, los murmullos negativos en su entorno comenzaron a desvanecerse. A partir de ese día, Lía se sintió más segura de su identidad y pudo ver el amor en su hogar como lo más precioso que tenía.

Años después, mientras colocaba una flor en el jardín de sus mamás, Lía sonrió y pensó en cómo había crecido rodeada de amor. Nadie podría cambiar eso.

Y así, Lía se convirtió en una valiente defensora del amor familiar, compartiendo su historia, iluminando corazones y mostrando a todos que las familias vienen en muchas formas, pero que el amor es siempre lo más importante en cualquier hogar.

FIN.

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