El Color del Arcoíris
Había una vez en un pueblo colorido llamado Arcoíris, donde vivían unos amigos inseparables: Luca, un pequeño dragón verde, y Dalia, una hermosa mariposa multicolor. Tenían un vínculo especial y siempre jugaban juntos en el prado. Sin embargo, un día, todo comenzó a cambiar.
Por la mañana, Luca descubrió algo espectacular. "¡Dalia, mirá! Hay un nuevo amigo en el prado. Es un pajarito brillante que canta como un ángel!" - dijo Luca, emocionado. Dalia se acercó volando. Era un pajarito amarillo llamado Milo, que estaba llenando el prado con su melodía dulce.
Desde ese momento, Dalia empezaron a pasar más tiempo con Milo, y Luca se sintió cada vez más solo. "¿Por qué Dalia prefiere jugar con él en vez de conmigo?" - se lamentaba Luca. La envidia comenzó a anidar en su corazón.
Un día, mientras Dalia y Milo volaban juntos, Luca decidió irse a jugar solo. Se encontró con una nube gris. "¡Hola, nube! ¿Por qué no te alejas de mí?" - preguntó Luca.
"Porque veo que tienes un poco de celos, ¿no?" - respondió la nube. "Pero los celos no son buenos. Te hacen sentir triste y solo."
Luca miró a Dalia y Milo jugar y sintió un nudo en el estómago. Decidió hablar con un sabio árbol que siempre estaba dispuesto a escuchar. "Árbol Sabio, tengo celos de Dalia y Milo. Ellos se divierten juntos y yo me quedo solo. ¿Qué debería hacer?"
"Luca, los celos pueden hacerte perder momentos hermosos. Dalia es tu amiga y siempre será. ¿Por qué no tratas de unirte a ellos? A veces, compartir la diversión puede ser mucho mejor que jugar solo."
Luca pensó en las palabras del árbol y decidió intentarlo. Se acercó lentamente. "Hola Dalia, Milo. ¿Puedo jugar con ustedes?"
Dalia, al ver a su amigo, sonrió. "¡Claro, Luca! ¡Estamos buscando un nuevo juego!" - respondió. Milo añadió: "Y siempre hay lugar para un amigo más."
Juntos, comenzaron a inventar un juego en el que todos participaban. Al principio, Luca se sentía un poco incómodo, pero pronto se dio cuenta de lo divertido que era jugar en equipo. "¡Esto es genial!" - exclamó Luca, riendo.
Con el paso del tiempo, se dieron cuenta de que ampliando su grupo, ¡el juego se volvía aún más divertido! Dalia, Luca y Milo pasaban días enteros explorando, cantando y disfrutando de la compañía. El dragón verde comprendió que no tenía que dejar de lado su amistad por nuevos amigos. Al contrario, se sentía feliz de compartir momentos especiales.
Desde ese día, los tres amigos aprendieron que compartir y abrirse a nuevas amistades hacía que la vida en el Arcoíris fuera aún más colorida. Y, de vez en cuando, la nube gris pasaba suavemente, recordándole a Luca que los celos nunca eran el camino a seguir. Así, siempre lograban disfrutar juntos cada día, llenando el prado de risas y colores, como un verdadero arcoíris.
Y así, el dragón verde, la mariposa y el pajarito siguieron jugando, aprendiendo que era mejor compartir la alegría que dejarse llevar por los celos. Porque siempre habrá espacio en el corazón para más amigos, igual que en el cielo hay espacio para cada color del arcoíris.
FIN.