El Color del Arcoíris



Había una vez en un pueblito llamado Colores, una escuelita donde todos los niños y niñas aprendían juntos. En este lugar, cada niño tenía su propio color que representaba su personalidad. Estaba Azul, que simbolizaba la Empatía; Amarillo, que brillaba con la Felicidad; Verde, que a veces se sentía Triste; Rojo, que no podía evitar mostrar su enojo y Rosa, que irradiaba Amor.

Un día, la maestra Flora anunció un gran evento: "Vamos a organizar un desfile de colores para mostrar quiénes somos y cómo nos sentimos". Todos saltaron de alegría, excepto Verde.

"No quiero participar, no tengo ganas de que nadie me mire. A veces me siento un poco triste" - dijo Verde.

"Pero todos tienen colores diferentes, eso hace que el desfile sea especial" - respondió Azul.

"Nadie quiere ver a un niño triste en un desfile, eso no es divertido" - agregó Rojo, con un tono de enojo.

Amarillo, al darse cuenta de la situación, intentó aclarar las cosas.

"¡Pero eso es lo que hace a los desfiles más interesantes! Todos los colores son importantes. Verde, vení con nosotros, ¿qué tal si llevamos juntos unos globos de colores?" - propuso Amarillo, sonriendo.

Verde se sintió un poco mejor al pensar en la idea; los globos de colores podrían alegrar su día. Sin embargo, la semana siguió y un grupo de compañeros empezó a reírse de las diferencias entre ellos.

"¿Por qué tenés que estar triste todo el tiempo, Verde?" - dijo una niña. "Nadie quiere que estén tristes en nuestro desfile!"

Eso lastimó a Verde, que se sintió aún más aislado. Al terminar la semana, todo el grupo decidió que harían un evento para practicar.

Así que, aquel sábado en el parque, todos llegaron con sus colores: ¡el desfile estaba a punto de comenzar! Sin embargo, al ver los globos de colores de todos, Verde se sintió triste otra vez.

"A veces siento que no encajo aquí" - murmuró Verde para sí mismo.

Cuando Amaron lo vio, se acercó rápidamente y dijo:

"¿Qué te pasa, querido amigo?"

"Me siento diferente y me da miedo ser visto así" - explicó Verde, su voz temblando.

Rojo, un poco por el enojo que había sentido antes, se dio cuenta de que lo suyo era un sentimiento de protección más.

"Todos son distintos, ¡y eso es maravilloso!" - afirmó Rojo, intentando calmarse. "¡Cada color tiene su propio brillo!"

Amarillo agregó:

"Exactamente, lo que importa es que tengamos tiempo juntos, a través de los días tristes y felices. ¡La verdadera felicidad está en aceptarnos como somos!"

Fue así que, en un giro inesperado, todos los niños comenzaron a levantar sus globos hacia el cielo, llenando el aire de colores increíbles.

Verde se sintió más fuerte de repente y un instante después exclamó:

"¡Yo también quiero! ¡Llevemos juntos los globos!"

Todos se pusieron muy felices, y cada uno de ellos, en un acto de magia, decidió que todos los colores podían ser parte de un mismo arcoíris. Con los lazos de amistad crecieron juntos, dándose la mano, mostrando que las diferencias eran, en realidad, lo que los hacía únicos.

Así fue como, ese día, el desfile no solo mostró colores, sino también la lección más importante: que la empatía, la felicidad y el amor pueden unir incluso a los corazones más tristes.

Desde ese día, la escuelita de Colores no solo celebró su diversidad, sino que también aprendió a mirarse con amor, risas y, sobre todo, respeto. Y Verde, ya no se sintió aislado, sino más bien orgulloso de ser parte de ese bello arcoíris que siempre estaba presente.

FIN.

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