El Colorido Callejón de la Escuela
En un pequeño pueblo lleno de risas y juegos, había una escuela que guardaba secretos mágicos. Al lado de la escuela, había un callejón que pocos niños conocían. Era un lugar especial, donde cada día las sorpresas y aventuras esperaban a ser descubiertas.
Un día, después de clases, una valiente niñita llamada Lila decidió explorar el misterioso callejón. "¡Vamos, amigos! ¡Quiero ver qué hay ahí!" - exclamó con emoción, mirando a sus compañeros. Su mejor amigo, Tomás, dudó: "Pero Lila, ¿y si hay monstruos?" -.
"¡No hay monstruos, Tomás! Solo hay cosas mágicas. ¡Vamos!" - insistió Lila, y así, junto a Tomás y la curiosa Ana, se adentraron en el callejón.
El callejón era adoquinado y estaba lleno de flores de colores brillantes que parecían susurrar secretos. "Miren, miren!" - gritó Ana, señalando una mariposa gigante que volaba alrededor. Era una mariposa de mil colores, que iluminaba el lugar con su belleza. "¡Es hermosa!" -
"Sí, ¡debemos seguirla!" - dijo Lila, corriendo tras de ella.
La mariposa llevó a los niños hasta un pequeño jardín escondido, donde había un árbol enorme con ramas que parecían tocar el cielo. En el tronco del árbol había una puerta diminuta. "¿Qué será eso?" - preguntó Tomás, con ojos muy abiertos.
"¡Abrámosla!" - sugirió Lila, llena de emoción. Al abrir la puerta, encontraron un mundo lleno de criaturas mágicas: haditas, duendes y un curioso dragón de color verde. "¡Hola, niños! ¡Bienvenidos a nuestro mundo encantado!" - dijo el dragón con una voz profunda y amigable.
"¿De verdad existen criaturas mágicas?" - preguntó Tomás, todavía sorprendido.
"Claro!" - dijo una pequeña hada revoloteando alrededor de ellos. "Venimos aquí a jugar y ayudar a los niños a tener aventuras. ¿Quieren formar parte de nuestras historias?" -
Los niños asintieron, con los ojos llenos de asombro. Jugaron con los duendes y aprendieron a volar con las hadas. Lila buscó flores que brillaban al tocarlas, mientras Tomás subía al lomo del dragón y se deslizaba por el aire. Ana reía a carcajadas mientras corría entre los destellos de luz creados por las hadas. Pero, de repente, el dragón se detuvo. "¿Saben? Hay algo especial que deben hacer antes de irse. ¡Deben encontrar una estrella que ha caído del cielo!" -
"¡Eso suena increíble!" - dijeron todos al mismo tiempo. Y así, comenzaron su búsqueda. Buscaron debajo de las hojas, entre las flores y en las nubes. Después de un rato, Lila gritó: "¡La encontré!" -
Tenía una estrella diminuta en sus manos, que brillaba intensamente. "¡La estrella! ¡La estrella!" - celebraron todos, llenos de alegría. El dragón sonrió y les dijo: "Ahora, cada vez que miren al cielo y vean una estrella, recuerden que han sido parte de esta misma mágica aventura." -
Los niños se despidieron de sus nuevos amigos, prometiendo volver. Regresaron al callejón justo a tiempo para que sus padres los llamaran. "¿Dónde estuvieron?" - preguntó la maestra al verlos llegar con sonrisas enormes. "¡Explorando un mundo mágico!" - dijeron todos a coro, sin poder borrar la emoción de sus rostros.
Desde ese día, el callejón dejó de ser un lugar misterioso para convertirse en el sitio donde los niños se sentían libres para soñar.
Y así, cada vez que miraban al cielo estrellado, recordaban su gran aventura, llenando sus corazones de magia y amistad.
FIN.