El Colorido Festival de la Diversidad



En un pequeño pueblo llamado Colores del Arcoíris, todos los habitantes eran diferentes entre sí. Había personas altas, bajas, con cabello rizado, lacio, y de distintos colores de piel. Cada uno era especial a su manera, pero a veces olvidaban lo importante que era aceptarse y respetarse entre todos.

Un día, la alcaldesa del pueblo, Doña Cardenal, anunció un festival. "¡Llega el Colorido Festival de la Diversidad!" -exclamó con entusiasmo. "Quiero que todos participen mostrando lo que los hace únicos. Haremos un desfile en el que cada uno podrá presentar a su manera lo que los representa. "-

Todos se sintieron emocionados, pero también inquietos. La pequeña Lila, que era bajita y tenía unas pecas adorables, dijo:

"Pero, ¿qué voy a mostrar yo? Todos parecen tan altos y geniales. No sé si encajo."

Su amigo Pablo, que tenía pelo rizado y orejas grandes, la animó:

"No te preocupes, Lila. Cada uno tiene algo especial que ofrecer. ¡Yo mostraré mi baile y tú puedes hablar de tus historias! A la gente le encanta escuchar."

Lila pensó en ello y decidió que haría algo con sus relatos. Pero en el camino, se encontró con Rita, una chica alta y musculosa, que se sentía insegura por la comparación con el resto.

"No sé si debería participar, todos son más pequeños o menos fuertes que yo."

"Eso no importa, Rita –dijo Lila. - Tu altura es tu fortaleza, puedes ser la reina del festival. Además, todos debemos mostrarnos como somos.”

Así, juntas se inspiraron y fueron a buscar a otros amigos. Encontraron a Tomás, que tenía una cicatriz en su cara, y le preguntaron:

"¿Qué planeás hacer?"

"Yo soy diferente, mi cara no es como la de todos. ¿Quién va a querer escucharme a mí?" -respondió con tristeza.

Lila se acercó y le dijo:

"Tomás, esa cicatriz es parte de tu historia. ¡Lleva tu orgullo al desfile! Cuéntale a todos cómo te ha hecho más fuerte."

Tomás sonrió un poco, sintiendo que tal vez tenía algo importante que compartir. Luego, encontraron a Sofía, que tenía un pie más grande que el otro. Ella también dudaba de participar.

"Yo nunca encajaré, no hay lugar para mí en este festival."

"¿Y por qué no?" -replicó Lila. "Tú puedes mostrar tus habilidades en el deporte. Alguien siempre necesita un exitoso pie como el tuyo para jugar al fútbol. No dejes que te digan lo contrario."

Con un grupo entusiasmado por mostrar sus unicidades, Lila y sus amigos comenzaron a prepararse. Cada uno se dedicó a creer en sí mismo y a practicar lo que mejor sabían hacer. Mientras tanto, otros habitantes del pueblo comenzaban a murmurar.

"¿Por qué están haciendo todo esto? ¡Los unicos que deberían participar son los que se ven bien!" -decía Doña Elefanta, una mujer muy exigente con las apariencias.

Pero Lila y sus amigos, con el apoyo de los demás, siguieron adelante. Finalmente llegó el día del festival. El parque se llenó de risas, colores y música. Cada uno, sin importar cómo era, se presentó con valentía.

Rita habló sobre lo genial que puede ser ser alta, mientras hacía una demostración de yoga. Sofía mostró sus habilidades en el fútbol, usando su pie especial para hacer trucos sorprendentes. Tomás compartió su historia y todos escucharon con atención, admirando su valentía. Y Lila, llena de confianza, relató un cuento que dejó a todos maravillados.

Al final del festival, Doña Elefanta se acercó a los chicos, con una sonrisa. "Nunca pensé que personas tan diferentes pudieran unirse y crear algo tan extraordinario. He aprendido que cada uno de ustedes es especial de su manera. Cada uno tiene un lugar en el mundo."

Desde ese registro, todos en el pueblo se sintieron orgullosos de sus diferencias y decidieron que, cada año, celebrarían el Colorido Festival de la Diversidad, recordando siempre lo valioso que es ser uno mismo. Y así, Colores del Arcoíris se convirtió en un lugar donde todos brillaban con sus colores únicos, llenos de respeto y amor.

Fin.

FIN.

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