El Columpio de los Recuerdos


Había una vez un niñito llamado Juan, que tenía el pelo castaño y siempre estaba lleno de energía. A Juan le encantaba subirse al columpio de su abuelo, que también se llamaba Juan.

Pasaban horas y horas juntos, riendo, contando historias y disfrutando del vaivén del columpio. Pero un día, el abuelo Juan enfermó y tuvo que irse al cielo. Juanito sintió mucha tristeza, extrañaba a su abuelo y el columpio ya no era lo mismo sin él.

Un día, su mamá le sugirió pintar el columpio de colores brillantes en honor al abuelo, y juntos le hicieron un pequeño homenaje.

Desde entonces, cada vez que Juan se columpiaba, sentía que el abuelo Juan lo miraba desde el cielo y le mandaba su amor. Aprendió que aunque su abuelo no estuviera físicamente, siempre viviría en su corazón, en cada risa compartida y en cada momento especial.

Juanito descubrió que el amor nunca se va, siempre se queda en los recuerdos y en el corazón de las personas que amamos.

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