El comienzo de un sueño en Barcelona



Había una vez una niña llamada Isabela que vivía en Barcelona. Era verano y el sol brillaba con fuerza en el cielo azul. Isabela estaba emocionada porque tenía todo el día libre para jugar y divertirse.

Isabela salió de su casa con su bicicleta y se dirigió al parque más cercano. Allí encontró a sus amigos, Lucas y Marta, quienes también estaban ansiosos por pasar un día lleno de aventuras.

- ¡Hola chicos! ¿Están listos para divertirnos? - exclamó Isabela emocionada. - ¡Sí! ¡Vamos a tener un día increíble! - respondieron Lucas y Marta al unísono. Decidieron comenzar jugando al escondite en los árboles del parque.

Se subieron a las ramas más altas y trataron de encontrar los mejores escondites posibles. El juego duró horas y todos se divirtieron mucho corriendo de un árbol a otro tratando de encontrar al resto. Después de jugar al escondite, decidieron ir a la playa para refrescarse.

Llevaron consigo cubetas, palas y rastrillos para construir castillos de arena. Pasaron horas construyendo torres y fosos en la arena mientras el agua del mar acariciaba sus pies. De repente, Marta tuvo una idea brillante.

- ¿Y si organizamos una carrera en la playa? - propuso entusiasmada. - ¡Eso suena genial! - exclamaron Isabela y Lucas emocionados. Así que trazaron una línea en la arena como punto de partida y se prepararon para correr lo más rápido que pudieran.

La carrera fue reñida, pero al final Isabela logró cruzar la línea de meta en primer lugar. - ¡Felicidades, Isabela! - exclamaron Lucas y Marta mientras le daban palmadas en la espalda.

Después de tanta diversión, los tres amigos estaban agotados y decidieron descansar bajo una sombrilla en la playa. Mientras disfrutaban del cálido sol y el sonido relajante de las olas del mar, empezaron a hablar sobre sus sueños y metas para el futuro.

- Yo quiero ser astronauta cuando sea grande - dijo Lucas con entusiasmo. - Y yo quiero ser veterinaria para ayudar a los animales - añadió Marta con una sonrisa. Isabela pensó por un momento y luego dijo:- Yo quiero ser escritora.

Me encantaría crear historias que inspiren a otros y les enseñen cosas nuevas. Sus amigos asintieron emocionados ante las palabras de Isabela.

Sabían que ella tenía un gran talento para contar historias increíbles y estaban seguros de que lograría cumplir su sueño. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, señalando el fin de un día lleno de risas, juegos y sueños compartidos.

Los tres amigos se despidieron con abrazos y prometieron volver a encontrarse pronto para seguir divirtiéndose juntos. Mientras Isabela caminaba hacia su casa, sintió una sensación especial en su corazón. Sabía que ese verano soleado en Barcelona había sido uno de los días más divertidos e inspiradores de toda su vida.

Y estaba segura de que nunca olvidaría los momentos compartidos con sus amigos y las metas que habían compartido. Desde ese día, Isabela se dedicó a escribir historias maravillosas que inspiraron a muchas personas.

Y siempre recordaría aquel verano soleado en Barcelona como el comienzo de su camino hacia el cumplimiento de sus sueños.

FIN.

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