El compromiso en la cancha
Martina y Tomás eran dos pequeños apasionados por el baloncesto. Desde muy chicos, pasaban horas practicando en la vieja cancha del barrio. Juntos soñaban con llegar a ser jugadores profesionales, pero sabían que necesitarían algo más que pasión: compromiso.
Un día, el entrenador les propuso formar parte del equipo de la escuela. Martina y Tomás estaban emocionados, pero también sabían que significaba un compromiso serio. Prometieron al entrenador y a ellos mismos que estarían dispuestos a entrenar duro, respetar las reglas y esforzarse al máximo.
Sin embargo, conforme pasaban los días, los entrenamientos se volvían más difíciles. Había que levantarse temprano, estudiar, hacer las tareas, y luego practicar durante horas. En una ocasión, un partido importante se acercaba, pero Tomás tuvo que quedarse estudiando para un examen. Al verlo preocupado, Martina decidió ayudarlo a repasar todas las materias. Juntos descubrieron que el compromiso no solo era con el baloncesto, sino también con su educación.
El día del partido, Martina y Tomás dieron lo mejor de sí en la cancha. A pesar de la presión, nunca dejaron de apoyarse mutuamente. El juego estaba empatado y solo quedaban segundos en el reloj. Martina tomó el balón, pero en lugar de lanzar al aro, vio a Tomás desmarcado. Sin dudarlo, pasó el balón a su amigo quien anotó el punto ganador. Habían demostrado que el compromiso no solo se trataba de esforzarse individualmente, sino también de trabajar en equipo.
Desde ese día, Martina y Tomás comprendieron que el compromiso era fundamental en todo lo que se proponían. Ya no solo se esforzaban por ser excelentes jugadores, sino también por ser mejores amigos, mejores estudiantes y mejores personas. Su compromiso los llevó a convertirse en un ejemplo dentro y fuera de la cancha, demostrando que con esfuerzo, dedicación y compañerismo, cualquier meta era alcanzable.
FIN.