El concierto de Jela y el silofono travieso



Jela estaba muy emocionada porque hoy era el día en que tenía que presentar su proyecto de música en la escuela. Había trabajado mucho tiempo en él y estaba ansiosa por mostrarlo a sus compañeros.

Lo que más nerviosa la ponía era que tendría que tocar la silofono, un instrumento musical bastante peculiar y complicado. Al llegar al salón de clases, Jela sacó su silofono del estuche y se preparó para su presentación.

Sus manos temblaban un poco, pero trató de calmarse respirando profundamente. Cuando llegó su turno, se paró frente a sus compañeros y comenzó a tocar.

-¡Brrriiinnngg! -sonaba la silofono con cada nota que Jela tocaba, pero ella seguía adelante con una sonrisa en el rostro. Sin embargo, los nervios le jugaron una mala pasada y empezó a reírse mientras tocaba. Sus compañeros se miraron sorprendidos al principio, pero luego no pudieron evitar contagiarse de la risa de Jela.

Pronto todo el salón estaba riendo a carcajadas. La maestra, preocupada por el alboroto, se acercó para ver qué pasaba. Al ver a Jela riendo mientras tocaba la silofono, no pudo contenerse y también soltó una carcajada.

-¡Jaja! ¡Qué divertido es esto! -exclamó la maestra entre risas. Jela se sintió aliviada al ver que todos estaban disfrutando de su presentación de una manera diferente a como ella esperaba.

Siguió tocando la silofono con más confianza y alegría, contagiando a todos con su entusiasmo. Al finalizar su presentación, sus compañeros aplaudieron emocionados y felicitaron a Jela por haberles hecho pasar un momento tan divertido. La maestra también la felicitó por haber superado sus nervios y demostrar tanto talento musical.

Desde ese día, Jela aprendió que no hay nada malo en reírse de uno mismo y que lo importante es disfrutar lo que haces sin importar lo complicado o diferente que pueda parecer.

Y así, cada vez que tocaba la silofono en clase de música, lo hacía con alegría y sin dejar que los nervios le ganaran.

FIN.

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