El Concierto de Roberto



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Armonía, un joven músico llamado Roberto. A Roberto le encantaba tocar la guitarra y soñaba con dar un gran concierto en la plaza del pueblo. Sin embargo, la plaza siempre estaba llena de gente y él sentía que nunca podría tocar frente a ellos.

Un día, mientras ensayaba en el parque, su amiga Clara se acercó.

"Roberto, ¿cuándo vas a dar tu concierto? Todos en el pueblo están esperando escucharte" - le dijo Clara, sonriendo.

"No estoy seguro, Clara. No sé si soy lo suficientemente bueno para tocar frente a tanta gente" - respondió Roberto, cabizbajo.

Clara, con su optimismo contagioso, le respondió:

"No importa si eres el mejor. Lo que importa es que toques con el corazón y que disfrutes la música. Te apoyaremos siempre".

Roberto decidió organizar un pequeño concierto en la plaza, así que se puso a preparar su repertorio. Invitó a sus amigos a practicar juntos, y, poco a poco, la plaza se iba llenando de música. Sin embargo, cuando llegó el día del concierto, se sintió muy nervioso.

"No puedo hacerlo, Clara. ¿Y si a la gente no le gusta lo que toco?" - dijo Roberto, con un nudo en la garganta.

"La música es para compartir, no para juzgar. Vas a ver que a todos les va a encantar. Si te caes, te levantarás, y si algo no sale bien, sonreír y seguir tocando" - le dijo Clara, con confianza.

Esa tarde, Roberto se armó de valor y subió al escenario, su corazón latía rápido, pero cuando miró a sus amigos animándolo desde el público, se sintió un poco más tranquilo. Empezó a tocar su primera canción. Al principio, sus manos temblaban, pero cuando vio que la gente empezaba a aplaudir, su nerviosismo se convirtió en alegría.

Sin embargo, en medio de su actuación, un gato travieso apareció de repente y corrió por el escenario, haciendo que Roberto tropezara y casi cayera.

"¡Cuidado!" - gritó un niño desde la multitud.

Roberto se detuvo un segundo y luego, con una gran sonrisa, se puso a reír y continuó tocando la canción, adaptando la melodía al ritmo del gato que jugueteaba. La gente empezó a reír y a disfrutar del momento.

"¡Eso es lo que quiero ver!" - gritó Clara desde el público. "¡Sigue así, Roberto!".

Roberto se dio cuenta de que la alegría y la diversión estaban por encima del miedo a cometer errores. ¡La música estaba uniendo a todos en un momento especial! De repente, comenzó a improvisar y a tocar una melodía alegre, mientras el gato seguía correteando por el escenario. Todos aplaudieron y rieron, disfrutando del momento como nunca.

Al finalizar el concierto, la gente aplaudió de pie, y Roberto se sintió más feliz de lo que jamás había imaginado. Sus amigos rodearon el escenario para felicitarlo.

"¡Esa fue la mejor presentación que he visto!" - dijo uno de ellos, lleno de emoción.

"¡Nunca pensé que me animaría tanto!" - comentó otro. "Esa improvisación del gato fue genial".

Roberto, lleno de alegría, se dio cuenta de que había superado su miedo y que en realidad sí podía hacer música frente a un público. Había aprendido que los errores son oportunidades para reírse y seguir adelante.

A partir de ese día, Roberto decidió seguir tocando y dando conciertos en su pueblo. Cada vez que sentía miedo, recordaba la experiencia del gato travieso y cómo había logrado superarlo con una sonrisa. La música se convirtió en un puente que unía las risas y los corazones de todos sus vecinos.

Y así, el pequeño pueblo de Armonía se llenó de música y risas, gracias al valor de un joven músico y a la alegría de compartir momentos especiales.

Desde entonces, cada año, el pueblo organizaba un gran concierto donde Roberto siempre era el artista principal, y los gatos traviesos también eran parte del show, porque habían aprendido que los mejores momentos son los que se viven con alegría y creatividad.

FIN.

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