El concierto del perdón


Había una vez en un colegio de Argentina, un grupo de alumnos muy traviesos llamados Lucas, Martina y Juanito. Siempre estaban buscando alguna travesura para hacer y muchas veces terminaban metiéndose en problemas.

Un día, mientras la maestra estaba explicando una lección de matemáticas, Lucas decidió gastarle una broma a su compañera Martina. Le hizo cosquillas hasta que ella no pudo contener la risa y se echó a reír en plena clase.

La maestra, la señorita Ana, se enfadó mucho con ellos y los mandó al rincón de castigo. Después del recreo, todos volvieron al aula pero Martina seguía triste por lo que había pasado.

Ella sabía que Lucas solo quería divertirse, pero también entendía que su risa había interrumpido la clase y eso no estaba bien. En ese momento, el profesor de música entró en el salón para darles una sorpresa.

Era el profesor Mateo, un hombre amable y siempre dispuesto a enseñarles nuevas canciones. Pero cuando vio a Martina tan triste decidió preguntarle qué le pasaba. -Martina, ¿qué te ocurre? -preguntó el profesor Mateo preocupado.

-Estoy triste porque hice algo malo en clase y ofendí a la señorita Ana -respondió Martina con voz temblorosa-. No sé cómo pedirle perdón. El profesor Mateo sonrió comprensivamente y le dijo:-Martina, todos cometemos errores alguna vez. Lo importante es reconocerlos y aprender de ellos.

Vamos a buscar una forma especial de pedirle perdón a la señorita Ana. Martina se animó un poco y comenzaron a pensar en una idea.

Decidieron que lo mejor sería escribir una carta de disculpa, pero no solo eso, también querían hacer algo especial para demostrarle a la señorita Ana lo arrepentidos que estaban. Así que planearon organizar un pequeño concierto sorpresa para la maestra. Martina, Lucas y Juanito ensayaron durante días una canción muy bonita que el profesor Mateo les enseñó.

Además, hicieron carteles con mensajes de disculpa y decoraron el salón con globos y flores. El día del concierto llegó y los alumnos estaban muy nerviosos pero emocionados. Cuando la señorita Ana entró al salón y vio todo preparado, se sorprendió mucho.

No podía creer lo que estaba viendo. El profesor Mateo le explicó toda la situación y Martina tomó la palabra:-Señorita Ana, queremos pedirte perdón por interrumpir tu clase con nuestras travesuras.

Sabemos que fue irrespetuoso de nuestra parte y estamos realmente arrepentidos. Queremos demostrarte cuánto valoramos tu trabajo como maestra. La señorita Ana no pudo contener las lágrimas mientras escuchaba las sinceras palabras de sus alumnos.

Les dio las gracias por su gesto tan especial y les dijo:-Chicos, acepto su disculpa de corazón. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. Estoy orgullosa de ustedes por haber tenido el valor de reconocer su error y buscar una forma de enmendarlo.

Desde ese día, Lucas, Martina y Juanito aprendieron que las bromas pesadas no eran la mejor manera de divertirse. Aprendieron a respetar a sus maestros y compañeros, y a pedir perdón cuando se equivocaban.

Y así, el colegio se convirtió en un lugar mucho más armonioso y feliz para todos.

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