El Concierto Familiar de Isabela
Era una tarde soleada en la casa de la familia López. Isabela, una niña de ocho años, se sentó frente a su piano de juguete en la sala. Con sus dedos parecían danzar sobre las teclas, creando melodías que llenaban el aire de alegría. Su papá, Mario, estaba en una esquina golpeando su batería, mientras que su mamá, Ana, afinaba su guitarra en el sofá.
"¡Vamos, Isabela! ¡Toca algo más alegre!" - exclamó Mario, sonriendo mientras daba un golpe al tambor.
"Sí, Isabela, la música alegra el corazón" - agregó Ana, con una sonrisa cálida.
Isabela sonrió y comenzó a tocar una canción que le había enseñado su profesor. Era una melodía que siempre hacía reír a su mamá, y hoy no sería la excepción. Ana empezó a tocar con ella en la guitarra, marcando el ritmo junto al padre.
De pronto, Isabela se detuvo. Tenía una idea. "¿Y si hacemos una banda familiar?" - sugirió.
"¡Sí! ¡Eso suena genial!" - gritó Mario, emocionado "Podemos tocar en el parque y hacer que todos bailen."
Ana pensó un momento. "Pero, Isabela, para que funcione, todos debemos practicar. No podemos simplemente salir a tocar si no estamos listos." - dijo, tratando de ser realista y al mismo tiempo alentadora.
La emoción de Isabela creció. "¡Voy a practicar todos los días! Y ustedes también deberían hacerlo. ¡Vamos a ser la mejor banda de la ciudad!" - dijo con los ojos brillantes.
Al día siguiente, comenzó la rutina de ensayo. Isabela se sentaba en su piano después de la escuela. Mario practicaba la batería, marcando el tiempo con fuerza, mientras Ana se sentaba en la sala a escribir nuevas canciones para la banda. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Isabela se dio cuenta de que practicar no siempre era tan divertido.
Un día, frustrada, cerró su piano. "No puedo más, es muy difícil. Nunca voy a tocar como el pianista que vi en el programa de televisión.“
- “Entiendo cómo te sentís, Isabela” - dijo Ana, sentándose junto a ella. - “Pero recordá que todos empezamos en algún lugar. A veces, cometer errores es parte del aprendizaje.”
- “Sí, pero es más fácil para ustedes, ustedes son adultos.” - sollozò.
Mario, que escuchaba desde la otra habitación, se acercó. - “¡Eh! Cuando empecé a tocar la batería, también era un desastre. Muchas veces me frustro, pero no me rindo. La clave es seguir practicando y divertirse en el proceso.” - añadió con un guiño.
Isabela miró a sus padres y sintió una chispa de motivación. - “Está bien, seguiré practicando. Pero, ¿podemos hacer que suene más divertido? Me gusta cuando tocamos juntos.”
Así, los ensayos se volvieron más dinámicos. La familia comenzó a inventar juegos mientras practicaban. Uno de ellos era tocar una canción e inventar letras graciosas. Comenzaron a cantar tonterías que los hacían reír a carcajadas. Pusieron nombre a su banda: “Los Melódicos López”.
Un buen día, su mamá se acercó con una noticia. - “¡Chicos, se celebrará una feria en el parque este fin de semana! Podemos tocar allí, si están listos.”
Isabela sintió mariposas en el estómago. - “¿En serio? Pero no sé si estoy lista. ¿Y si me equivoco? ”
- “No te preocupes. Si cometés un error, solo seguís adelante. Lo importante es disfrutarlo” - dijo Mario.
El día de la feria llegó, y la familia estaba lista. La plaza estaba llena de risas y colores. Isabela miró a su alrededor, divertía y nerviosa. Se sentó frente al piano, su papá en la batería y su mamá en la guitarra.
- “¡Vamos, familia! Pueden hacerlo! ” - gritó Ana.
Al comenzar a tocar, Isabela sintió cómo se llenaba de valentía. Las primeras notas de su canción salieron, y notó que el público comenzaba a mover los pies. La energía creció y todos comenzaron a bailar. En un momento, se olvidó de sus nervios, y empezó a disfrutar plenamente.
Cuando terminaron, el parque estalló en aplausos. Isabela no podía creerlo.
- “¡Lo hicimos! ¡Hicimos un gran show! ”- exclamó abrazando a sus papás.
- “Fue increíble, Isabela. Estoy muy orgulloso de vos” - dijo Mario, dándole un beso en la frente.
- “Y ahora, ¡a practicar para el próximo concierto! ” - agregó Ana, riendo.
Con una sonrisa gigante, Isabela se dio cuenta de que lo más importante era disfrutar la música y compartirla con su familia. Descubrió que habían pasado de ser solo un grupo de tres a una verdadera banda que se divertía al tocar, emocionando no solo a otros, sino también a sí mismos.
Y así, entre risas, acordes y melodías, Isabela aprendió que todos tienen el potencial de hacer música, solo necesitan un poco de práctica y mucha diversión.
FIN.