El concierto mágico de Pedro y Don Francisco
Había una vez un niño llamado Pedro, a quien le encantaba la música. Desde muy pequeño, Pedro mostró un gran talento para tocar diferentes instrumentos y cantar.
Siempre que podía, se sentaba frente al piano de su abuela y tocaba melodías hermosas. Un día, mientras Pedro paseaba por la playa con su familia, escuchó música proveniente de un pequeño puesto de helados. Se acercó curioso y vio a un señor mayor tocando una guitarra.
La melodía era tan bonita que Pedro no pudo evitar acercarse aún más. "¡Hola! Soy Pedro y me encanta la música", saludó el niño emocionado. El señor mayor sonrió gentilmente y respondió: "Mucho gusto, Pedro.
Me llamo Don Francisco y me alegra saber que te gusta la música". Pedro pasó horas junto a Don Francisco aprendiendo nuevos acordes en la guitarra e intercambiando canciones favoritas. Pronto se hicieron amigos inseparables.
Días después, durante una reunión familiar en casa de los abuelos de Pedro, el niño les contó sobre su amistad con Don Francisco. "¡Abuelo! ¡Deberías invitarlo a tocar en tu próxima fiesta!", exclamó entusiasmado.
Todos estuvieron de acuerdo y decidieron sorprender a Don Francisco invitándolo como músico especial para amenizar el evento. Cuando llegaron al puesto de helados donde solían encontrarse con él, lo invitaron con gran emoción. Don Francisco aceptó amablemente y juntos comenzaron los preparativos para la fiesta.
Pedro ensayaba sus canciones mientras don Francisco arreglaba su guitarra y elegía las mejores melodías. El día de la fiesta llegó y todos estaban ansiosos por escuchar a Don Francisco tocar. La música llenaba el ambiente mientras Pedro cantaba con pasión y alegría.
Los invitados bailaban y aplaudían, disfrutando de aquel maravilloso espectáculo. De repente, una fuerte ráfaga de viento sopló sobre la playa, llevándose algunas partituras al mar. Pedro estaba desesperado, ya que no podía recordar todas las canciones sin las partituras.
"¡No te preocupes, Pedro!", dijo Don Francisco tranquilamente. "La música está en tu corazón, solo cierra los ojos y déjala fluir". Pedro respiró hondo e hizo caso a las palabras de su amigo.
Cerró los ojos y comenzó a cantar desde lo más profundo de su ser. Las palabras surgían naturalmente, acompañadas por acordes mágicos que parecían salir del alma misma. La fiesta continuó con una energía renovada.
Pedro se dio cuenta de que la música no solo estaba en las notas escritas en papel, sino también en cada uno de sus amigos y familiares que lo rodeaban.
Desde ese día, Pedro siguió tocando música con pasión pero siempre recordando que la verdadera magia reside en el corazón y en compartir momentos especiales con aquellos a quienes amamos. Y así fue como Pedro descubrió que la música puede unir personas, crear amistades inolvidables e inspirar a otros a seguir sus sueños musicales.
FIN.