El concurso de barriletes mágicos



Había una vez en el pequeño pueblo de San Martín, dos amigos inseparables llamados Juancito y Rosita. Les encantaba volar barriletes juntos en el parque todas las tardes después de la escuela.

Juancito era un niño muy creativo y siempre construía los barriletes más coloridos y originales, mientras que Rosita era muy habilidosa para hacerlos volar alto en el cielo.

Un día, mientras paseaban por el parque en busca del lugar perfecto para volar sus barriletes, se encontraron con Mateo, un niño nuevo en el pueblo que parecía triste y solitario. Juancito y Rosita decidieron acercarse a él para invitarlo a unirse a su juego. "¡Hola! Soy Juancito y ella es Rosita.

¿Quieres volar barriletes con nosotros?" - dijo Juancito con entusiasmo. Mateo los miró sorprendido pero luego sonrió tímidamente y aceptó la invitación. Los tres niños pasaron una tarde maravillosa riendo, corriendo y haciendo volar los barriletes por los cielos.

Desde ese día, se convirtieron en los mejores amigos. Un mes después, se anunció en el pueblo un concurso de barriletes donde el premio sería un paseo en globo aerostático sobre San Martín.

Juancito, Rosita y Mateo estaban emocionados por participar juntos en el concurso. Los días previos al evento trabajaron duro para diseñar y construir el barrilete más espectacular que hubiera visto jamás San Martín.

Se esmeraron tanto que su barrilete era simplemente impresionante: brillaba con colores vivos como un arcoíris. El día del concurso llegó y todos los habitantes del pueblo se reunieron en el parque para presenciar las increíbles acrobacias de los barriletes participantes.

Cuando fue su turno, Juancito, Rosita y Mateo lanzaron su hermoso barrilete al aire. Para sorpresa de todos, su barrilete realizó piruetas impresionantes e incluso dibujó figuras hermosas en el cielo azul. El jurado no tuvo dudas al anunciar que eran los ganadores del primer premio.

Juancito, Rosita y Mateo subieron emocionados al globo aerostático y contemplaron desde las alturas la vista panorámica de San Martín mientras celebraban su amistad tan especial.

Desde ese día, cada vez que alguien veía un grupo de tres amigos haciendo volar un barrillete colorido por los cielos de San Martín recordaba la historia de cómo la amistad puede traer alegrías inesperadas e inolvidables aventuras.

FIN.

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