El Concurso de Canto Navideño
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, cinco diablillos que estaban cansados de hacer travesuras y querían cambiar su forma de ser.
Decidieron hacer algo bueno por primera vez en sus vidas y organizaron un concurso de canto. Los diablillos sabían que si ganaban los ángeles, estos podrían irse de vacaciones a la playa durante las fiestas navideñas y no podrían anunciar el nacimiento del Niño Dios.
Este era su plan para evitar que la gente se llenara de amor y esperanza en esa época tan especial. Por otro lado, había dos pastores muy talentosos llamados Pedro y María, quienes siempre habían soñado con poder cantar para alegrar el corazón de las personas.
También estaban los dos ángeles más hermosos del cielo, Lucía y Gabriel, quienes llevaban mensajes de paz y amor a todos los rincones del mundo. El día del concurso llegó y todos los habitantes del pueblo se reunieron en la plaza principal.
Los diablillos actuaron como jueces para asegurarse de que todo saliera según su plan. Pedro fue el primero en cantar, seguido por María.
Ambos pastores deslumbraron al público con sus voces dulces e hicieron vibrar cada rincón del lugar. Luego llegó el turno de Lucía y Gabriel, los ángeles alados. Su presencia iluminaba todo a su paso mientras entonaban melodías angelicales que tocaban directamente el corazón de las personas presentes.
Los diablillos quedaron sorprendidos por el talento tanto de los pastores como de los ángeles. A medida que avanzaba el concurso, se dieron cuenta de que no podían seguir con su plan malvado.
Algo en la música y las voces de los participantes les llegaba directamente al alma. Finalmente, llegó el momento de anunciar al ganador del concurso.
Los diablillos se reunieron en secreto y decidieron que no importaba quién ganara, lo importante era compartir el amor y la alegría de la Navidad con todos. "¡Queridos habitantes del pueblo! -exclamaron los diablillos-. Hemos tomado una decisión muy especial. En lugar de enviar a alguien solo a la playa, hemos decidido premiar a todos los participantes".
La multitud quedó sorprendida y emocionada por esta noticia inesperada. Todos recibieron boletos para unas vacaciones en la playa durante las fiestas navideñas.
Los pastores Pedro y María, así como los ángeles Lucía y Gabriel, se miraron entre sí sin poder creer lo que acababan de escuchar. El espíritu navideño invadió cada rincón del pueblo mientras todos celebraban juntos el verdadero significado del amor y la generosidad.
Los diablillos aprendieron que no importa cuál sea nuestro pasado o nuestras intenciones antiguas; siempre es posible cambiar y hacer cosas buenas por los demás. Desde entonces, aquel pequeño pueblo argentino se convirtió en un ejemplo de unidad y solidaridad para el resto del mundo.
Los diablillos dejaron atrás sus travesuras malvadas para siempre, convirtiéndose en guardianes protectores del amor y la bondad. Y así termina esta historia llena de magia navideña donde incluso los seres más oscuros pueden encontrar la luz y el amor en sus corazones.
Recuerda, siempre es posible cambiar y hacer cosas buenas por los demás. ¡Felices fiestas!
FIN.