El Concurso de Dibujo de Luna
Era una mañana soleada en el barrio de Villa Arcoíris. Luna, una niña de diez años, se despertó llena de energía y emoción, porque su escuela iba a celebrar un concurso de dibujo. La temática era "Un mundo lleno de colores" y Luna, que amaba dibujar, había estado preparando su obra desde hacía semanas.
Con su cuaderno de dibujo bajo el brazo, se dirigió al patio de la escuela. Al llegar, se encontró con sus amigos Mateo y Sofía, quienes también estaban participando en el concurso.
"¡Hola, Luna! ¿Estás lista para mostrar tu dibujo?" - preguntó Mateo, con una amplia sonrisa.
"¡Hola! Sí, estoy muy emocionada. Espero que les guste. Es un jardín mágico lleno de flores de todos los colores y hadas que bailan al ritmo del viento" - respondió Luna, ilusionada.
Sofía, que estaba un poco nerviosa, miró su propia hoja en blanco.
"Yo no sé si voy a poder hacer algo lindo. No tengo buenas ideas como vos" - dijo Sofía, bajando la mirada.
"No te preocupes, Sofía. Lo importante es que te diviertas mientras dibujás, y que lo hagas desde el corazón" - le aconsejó Luna.
En ese momento, la maestra Marta reunió a todos los chicos y les explicó las reglas del concurso. Cada uno tendría una hora para dibujar y al final, un jurado elegiría la obra más creativa. Pero, lo más importante, era que todos tuvieran la oportunidad de compartir su arte.
Cuando comenzó la cuenta regresiva, Luna se sentó en su mesa, ubicada bajo un frondoso árbol, y comenzó a dibujar. Con cada trazo, sentía la alegría dentro de ella fluir a través del lápiz. Las hojas, las flores y las hadas cobraban vida en su hoja.
Mientras tanto, Sofía seguía atormentada por el miedo de no ser lo suficientemente buena. Observando a Luna, su frustración aumentaba.
"¿Qué pasa, Sofía?" - le preguntó Mateo, al notar su desconcierto.
"No sé cómo hacer que mi dibujo sea especial. Todo lo que hago me parece horrible" - contestó ella, con lágrimas en los ojos.
"Eso no es cierto. Cada dibujo es único, como vos. Solo tenés que dejar volar tu imaginación y no compararte con nadie. Mirá a Luna, ella solo se divierte" - le dijo Mateo, intentando animarla.
Sofía miró a Luna dibujando y sintió una chispa de inspiración.
"Tienes razón, no debería preocuparme tanto. Voy a dibujar lo que me hace feliz" - exclamó, sonriendo un poco.
Así fue como Sofía comenzó a dibujar su propia versión de un bosque lleno de criaturas fantásticas. Mientras tanto, el tiempo se fue volando, y al sonar la campana, todos los niños entregaron sus dibujos.
Cada uno tuvo la oportunidad de presentar su obra. Cuando llegó el turno de Luna, se sintió nerviosa al ver tantas miradas pero, al mismo tiempo, se sintió orgullosa.
"Este es un jardín mágico donde todos los seres pueden jugar y ser felices" - explicó ella con entusiasmo.
La maestra Marta sonrió y aplaudió, y el público hizo lo mismo. Luego, fue el turno de Sofía.
"Este es un bosque lleno de diversión, donde los amigos siempre se ayudan" - dijo Sofía, sintiéndose cada vez más segura.
La alegría de ambas niñas era evidente y, al terminar las presentaciones, el jurado deliberó rápidamente.
Finalmente, la maestra Marta anunció:
"El dibujo más creativo es... ¡el de... todos ustedes! Cada trabajo es único y especial porque todos expresaron su amor por el arte".
Luna y Sofía se miraron sorprendidas y, luego, gritaron de felicidad. Todo el mundo celebró, y la maestra les entregó un diploma a cada uno.
"Lo mejor de todo es que hemos compartido nuestra creatividad y nos hemos apoyado entre amigos" - dijo Mateo, emocionado.
Aquel día, no solo aprendieron que no se trata de ganar o perder, sino de disfrutar la experiencia y ser fieles a uno mismo. Luna regresó a casa, contenta, y con más ganas de seguir dibujando.
Y así, en Villa Arcoíris, Luna, Sofía y Mateo no solo se convirtieron en grandes artistas, sino también en grandes amigos, listos para enfrentar nuevas aventuras juntos.
FIN.