El concurso de dibujo en Colortown


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colortown, donde todos los habitantes eran colores vivos y alegres. En este lugar mágico, los niños jugaban felices entre risas y juegos, aprendiendo importantes lecciones sobre valores y autoestima.

En el centro de Colortown se encontraba la Plaza del Arcoíris, donde se reunían todos los días para jugar.

Allí vivían dos amigos muy especiales: Violeta, una muñeca de trapo con vestido morado brillante; y Celeste, un osito de peluche azul cielo. Un día soleado, Violeta y Celeste decidieron organizar un concurso de dibujo para todos los niños del pueblo. El desafío era crear un dibujo que representara lo más valioso para cada uno.

Los niños se entusiasmaron y comenzaron a pintar con sus colores favoritos. Al final del día, llegó el momento de mostrar los dibujos ante todos en la Plaza del Arcoíris. Había dibujos de familias felices, mascotas amorosas y naturaleza colorida.

Pero hubo uno que llamó la atención: el dibujo de Lucas, un niño tímido que siempre se sentía inseguro. Lucas había pintado una montaña con arcoíris brillantes en la cima.

Cuando le preguntaron por qué ese era lo más valioso para él, respondió tímidamente: "-Porque representa superar mis miedos y alcanzar mis sueños". Todos aplaudieron emocionados ante las palabras de Lucas.

Violeta y Celeste se acercaron a él para felicitarlo y le dijeron: "-¡Eres increíblemente valiente! Nunca olvides lo especial que eres". Lucas sonrió tímidamente pero sintió una calidez en su corazón. Esa noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, Lucas recordó las palabras de sus amigos e inspirado decidió enfrentar sus miedos cada día un poco más.

Poco a poco fue ganando confianza en sí mismo y descubriendo todo su potencial. Con el tiempo, Lucas se convirtió en uno de los niños más queridos y respetados de Colortown.

Siempre recordaba aquel concurso de dibujo que marcó un antes y un después en su vida. Desde entonces enseñaba a otros niños sobre la importancia de creer en sí mismos, superar obstáculos y nunca rendirse ante nada.

Con su ejemplo demostraba cómo la autoestima puede hacer florecer lo mejor dentro de cada uno. Y así, gracias a la magia del amor propio y la amistad verdadera, Colortown seguía siendo un lugar lleno de colores vibrantes donde los niños crecían felices aprendiendo valiosas lecciones sobre valores e autoestima.

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