El concurso de hermanas
Había una vez en un pequeño pueblo cerca de la montaña dos hermanas llamadas Malena y Juliana. Eran inseparables, siempre jugaban juntas y se contaban secretos. Pero, como en todas las relaciones, a veces tenían sus peleas.
Un día soleado, mientras Malena estaba dibujando en su cuaderno favorito, Juliana llegó corriendo y sin querer tiró un frasco de pintura sobre el dibujo de Malena. La pintura se esparció por todo el papel y Malena se puso furiosa.
"¡Juliana! ¡Mira lo que hiciste! Arruinaste mi dibujo favorito", gritó Malena con lágrimas en los ojos. Juliana también comenzó a llorar, sintiéndose culpable por lo sucedido.
Las dos hermanas se miraron con tristeza y rabia antes de salir corriendo cada una por su lado. Pasaron los días y las hermanas seguían sin hablarse. Se evitaban en casa y en la escuela, haciendo que todos a su alrededor se preocuparan por ellas.
Un día, su abuela les propuso un juego para ayudarlas a solucionar sus problemas.
"Chicas, ¿qué les parece si participan juntas en un concurso de arte que está organizando el pueblo? Será una buena oportunidad para trabajar en equipo y demostrar cuánto se quieren", sugirió la abuela con una sonrisa cálida. Malena y Juliana dudaron al principio, pero finalmente aceptaron la propuesta de su abuela.
Se sentaron juntas en la mesa del comedor e idearon un plan para crear una obra de arte increíble que representara su amor fraternal. Dedicaron horas a trabajar juntas: Malena dibujaba mientras Juliana coloreaba; compartían ideas e inspiración, recordando los momentos felices que habían vivido juntas.
Poco a poco, la distancia entre ellas desaparecía y volvían a ser las hermanas inseparables de antes. Llegó el día del concurso y presentaron su obra titulada "El vínculo eterno". Era una combinación perfecta de talento artístico y amor fraternal plasmado en colores vibrantes y formas delicadas.
El público quedó maravillado ante tanta belleza y emoción transmitida por las dos hermanas. Cuando anunciaron que Malena y Juliana eran las ganadoras del concurso, las dos se abrazaron emocionadas.
Habían descubierto que aunque podían tener diferencias o peleas ocasionalmente, nada era más fuerte que el amor que sentían la una por la otra. Desde ese día, Malena y Juliana aprendieron a valorar sus diferencias como parte de lo especial que las hacía únicas como hermanas.
Y prometieron nunca más dejar que ninguna pelea interrumpiera el increíble vínculo eterno que compartían.
FIN.