El concurso de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Armonía, dos jóvenes llamados Sofía y Tomás que se odiaban desde que eran muy chicos.

Cada vez que se cruzaban por la calle, se lanzaban miradas llenas de rencor y palabras hirientes. Un día, la maestra de la escuela anunció que iba a organizar un concurso de arte en parejas y que los grupos serían elegidos al azar. Sofía y Tomás no podían creerlo cuando les tocó trabajar juntos.

Se miraron con desconfianza, pero sabían que debían hacerlo bien para ganar el concurso. Durante los primeros días, trabajaron en silencio y evitándose lo más posible.

Pero a medida que pasaba el tiempo, descubrieron que tenían cosas en común. Ambos amaban dibujar y crear cosas nuevas. Poco a poco, las risas reemplazaron a las peleas y las discusiones dieron paso a conversaciones amigables.

Una tarde, mientras buscaban inspiración para su proyecto, encontraron un viejo mural en la plaza del pueblo que representaba la importancia de la amistad y la colaboración. Se quedaron admirando la obra durante horas, reflexionando sobre lo mucho que habían cambiado desde que empezaron a trabajar juntos.

"¿Sabes, Sofía? Creo que estábamos equivocados al odiarnos tanto", dijo Tomás con sinceridad. Sofía asintió con una sonrisa en el rostro. "Tienes razón, Tomás. Descubrimos que podemos ser grandes amigos si nos damos la oportunidad".

El día del concurso llegó y presentaron su proyecto ante todos los habitantes de Villa Armonía. Su obra reflejaba la importancia de dejar atrás las diferencias y trabajar juntos hacia un objetivo común. Para sorpresa de todos, ganaron el primer premio.

Desde ese día, Sofía y Tomás se convirtieron en inseparables amigos. Aprendieron que el odio solo genera dolor y separación, mientras que el amor y la colaboración pueden crear cosas maravillosas.

Y así, gracias a una oportunidad inesperada y mucha determinación, dos jóvenes lograron transformar su odio en amistad verdadera en Villa Armonía.

FIN.

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