El concurso de la felicidad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una maestra muy querida por todos los niños. Se llamaba la maestra Rosa, y su pasión por enseñar y ayudar a los demás era conocida en todo el lugar.

Un día, la maestra Rosa decidió organizar un concurso de dibujo en la escuela. Les dijo a sus alumnos que debían crear un dibujo sobre lo que significaba para ellos la palabra —"felicidad" .

Todos los niños se emocionaron con la idea y comenzaron a trabajar en sus obras de arte. - ¡Vamos chicos! Recuerden que lo importante es expresar sus sentimientos a través del dibujo -les recordaba la maestra Rosa mientras caminaba entre los pupitres.

Los días pasaban y los niños dedicaban todo su tiempo libre a perfeccionar sus dibujos. Había corazones, arcoíris, familias felices y muchos colores brillantes en cada uno de ellos. Finalmente, llegó el día de la exposición de los dibujos.

La maestra Rosa colgó todas las obras en las paredes del salón y reunió a todos los niños alrededor. - ¡Qué hermosos trabajos han hecho! Estoy muy orgullosa de cada uno de ustedes -dijo la maestra Rosa con una sonrisa radiante-.

Pero solo puede haber un ganador... Los niños estaban ansiosos por conocer al ganador del concurso. La maestra Rosa tomó un sobre blanco que estaba sobre su escritorio y anunció:- Y el ganador es...

¡Martín! Todos aplaudieron emocionados mientras Martín se acercaba tímidamente a recibir su premio. Su dibujo mostraba una gran sonrisa rodeada de amigos y familiares. - ¿Por qué elegiste este tema, Martín? -preguntó curiosa la maestra Rosa.

- Porque para mí, la felicidad es estar rodeado de las personas que más quiero -respondió Martín con una gran sonrisa. La maestra Rosa miró fijamente el dibujo de Martín y luego a todos sus alumnos reunidos frente a ella.

En ese momento, tuvo una idea brillante. - Chicos, ¿qué les parecería si organizamos una feria solidaria para recaudar fondos y ayudar a aquellos que más lo necesitan en nuestro pueblo? Los ojos de los niños se iluminaron ante esa propuesta tan generosa.

Todos estuvieron de acuerdo en participar y colaborar en lo que fuera necesario para llevar adelante esa noble causa.

Y así fue como gracias al concurso de dibujo organizado por la maestra Rosa, no solo se descubrió el talento artístico de los niños, sino que también se sembró una semilla solidaria en sus corazones. Juntos lograron hacer realidad esa feria solidaria que beneficiaría a muchas familias del pueblo.

La maestra Rosa les enseñó una valiosa lección: que la verdadera felicidad se encuentra no solo en nuestras propias alegrías, sino también en hacer felices a quienes nos rodean.

Y desde ese día, Villa Esperanza se convirtió en un lugar donde la solidaridad y el amor eran los pilares fundamentales de su comunidad.

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