El concurso de los duendes buenos


Había una vez un pequeño pueblo en el corazón de la Patagonia argentina, donde vivían duendes buenos y duendes malos. Los duendes buenos eran amables, generosos y siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás.

Por otro lado, los duendes malos eran traviesos y causaban problemas por todas partes. Un día, el jefe de los duendes buenos convocó a una reunión urgente para discutir cómo solucionar el problema de los duendes malos.

Sabían que debían encontrar una forma de enseñarles a ser mejores y más amigables con todos. "Amigos, tenemos que hacer algo con nuestros compañeros traviesos", dijo el jefe de los duendes buenos. "No podemos permitir que sigan causando problemas en nuestro pueblo".

"Tienes razón", respondió uno de los duendes buenos. "Pero ¿cómo podemos enseñarles a cambiar su actitud?"El jefe pensó durante un momento y luego sonrió con una idea brillante. "Creo que he encontrado la solución", exclamó emocionado.

"Vamos a organizar un concurso para ver quién puede hacer las mejores acciones buenas". Los duendes buenos se pusieron manos a la obra y comenzaron a preparar todo para el gran concurso.

Invitaron no solo a los habitantes del pueblo, sino también a otros seres mágicos como hadas, gnomos y elfos. Llegó el día del concurso y todos se reunieron en la plaza principal del pueblo.

Cada uno de los duendes malos presentaría sus acciones buenas ante un jurado compuesto por los duendes buenos más sabios. El primer duende malo, llamado Travesurasito, se acercó al escenario y dijo:"He decidido dejar de hacer travesuras y ayudar a los demás. Hoy he recogido la basura del parque para mantenerlo limpio".

El público aplaudió emocionado por el cambio de actitud de Travesurasito. Luego fue el turno de Malandrín, otro duende malo que siempre causaba problemas en el pueblo.

Subió al escenario y contó:"Hoy me encontré con una anciana que tenía problemas para llevar su compra a casa. Así que decidí ayudarla llevando sus bolsas hasta su puerta". Todos quedaron sorprendidos por la acción amable de Malandrín.

Así siguieron desfilando todos los duendes malos, cada uno contando sus buenas acciones ante un público emocionado y orgulloso. Finalmente, llegó el momento de anunciar al ganador del concurso. El jefe de los duendes buenos tomó la palabra y dijo:"Quiero felicitar a todos los duendes malos por sus increíbles acciones buenas.

Han demostrado que pueden cambiar y ser mejores personas". La plaza estalló en aplausos mientras los duendes malos sonreían satisfechos por haber logrado cambiar su actitud negativa.

Desde ese día, los duendes malos dejaron atrás su maldad y se convirtieron en compañeros leales y solidarios para todos en el pueblo. Aprendieron que haciendo cosas buenas podían traer alegría a las personas a su alrededor.

Y así, gracias al poder del amor y la amistad, los duendes malos se convirtieron en duendes buenos y vivieron felices para siempre en aquel pequeño pueblo de la Patagonia argentina. Fin.

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