El Concurso de los Guardianes del Planeta


Había una vez en un pequeño pueblo llamado San Francisco, una escuela muy especial.

En esta escuela, los estudiantes no solo aprendían matemáticas y ciencias, sino que también se les enseñaba la importancia de cuidar el medio ambiente y ayudar a los animales. Los niños de la escuela eran obedientes, inteligentes, perseverantes, trabajadores y muy capaces. Todos ellos tenían grandes sueños y estaban dispuestos a luchar para hacerlos realidad.

Un día, el director de la escuela decidió organizar un concurso entre los estudiantes. El premio era una excursión a un zoológico cercano donde podrían ver animales exóticos y aprender más sobre su conservación. Todos los niños estaban emocionados por la idea de ganar el concurso.

Sabían que debían trabajar duro para demostrar que merecían ese premio tan especial. Desde ese día, todos los estudiantes comenzaron a ayudar en limpiar la escuela después de las clases.

Barrían las aulas, recogían basura del patio y se aseguraban de mantener todo ordenado y limpio. Pero eso no fue todo. Los niños también decidieron hacer algo más para ayudar a los animales del pueblo. Crearon un huerto escolar donde cultivaban frutas y verduras para alimentarlos.

Cada día regaban las plantas con mucho cuidado y paciencia. "¡Vamos chicos! ¡Tenemos que asegurarnos de que nuestras plantas crezcan sanas!"- exclamó Pedro mientras regaba el huerto. "Sí, Pedro tienes razón"- respondió Ana-.

"Si queremos ganar el concurso tenemos que dar lo mejor de nosotros". Así pasaron los días, los niños trabajando duro en la escuela y en el huerto. Estaban decididos a ganar el concurso y hacer realidad sus sueños de visitar el zoológico.

Un día, mientras estaban en clase, recibieron una visita sorpresa. Era un grupo de científicos que venían para ver cómo estaban cuidando del medio ambiente y los animales.

Los estudiantes se pusieron nerviosos, pero rápidamente recordaron todo lo que habían aprendido y comenzaron a mostrarles su trabajo. Les enseñaron las plantas del huerto escolar, les explicaron cómo reciclaba la escuela y también les mostraron cómo alimentaban a los animales. Los científicos quedaron impresionados por todo lo que habían logrado los niños.

Elogiaron su dedicación, su esfuerzo y sobre todo su amor por la naturaleza. "Chicos, han demostrado ser verdaderos guardianes del medio ambiente"- dijo uno de los científicos-. "Estamos muy orgullosos de ustedes".

Los niños sonrieron emocionados al escuchar esas palabras. Sabían que habían hecho un buen trabajo y eso era suficiente premio para ellos. Pero para sorpresa de todos, el director anunció que gracias al esfuerzo de los estudiantes, habían ganado el concurso.

Todos saltaron de alegría y celebraron juntos. Finalmente llegó el día tan esperado. Los niños subieron al autobús rumbo al zoológico llenos de emoción. Durante toda la visita no pararon de aprender sobre cada uno de los animales.

Y aunque fue un día agotador, nunca dejaron de sonreír y disfrutar cada momento juntos.

Al regresar a la escuela, los niños se dieron cuenta de que no solo habían ganado un concurso, sino que también habían ganado algo mucho más importante: el amor por la naturaleza y la satisfacción de haber hecho una diferencia en el mundo. Desde ese día, los estudiantes de la Escuela San Francisco siguieron trabajando duro para cuidar del medio ambiente y ayudar a los animales.

Y aunque tenían muchos sueños por cumplir, sabían que con su dedicación y esfuerzo, podían hacerlos realidad. Y así, esta historia nos enseña que cuando luchamos por nuestros sueños y cuidamos del mundo que nos rodea, podemos lograr cosas maravillosas.

Los niños de San Francisco son un ejemplo para todos nosotros de cómo ser buenos ciudadanos y guardianes de nuestro planeta.

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