El Concurso de Patinaje en la Playa
Era un día soleado en la hermosa playa de Marisol. Los niños estaban emocionados porque se acercaba el gran Concurso de Patinaje que se celebraba cada verano. La playa era el lugar perfecto: arena suave, palmeras y una brisa fresca. Pero este año, había un giro especial: los participantes podían usar maquillaje para hacer sus rutinas aún más coloridas y divertidas.
Entre los participantes, estaban Sofía y su mejor amigo, Tomás. Sofía era una apasionada del patinaje, mientras que Tomás siempre la alentaba a dar lo mejor de sí. Sofía tenía una idea brillante. "¡Tomás! Vamos a crear una coreografía que combine patinaje y maquillaje. Podemos representar a los peces del mar y a la arena brillante de la playa. "-
Tomás sonrió. "Eso suena genial. Pero, ¿cómo usaremos el maquillaje?"-
Sofía explicó que podían pintarse las caras como si fueran peces y usar purpurina para que brillaran como la arena del mar. "¡Imagina a todos mirándonos mientras patinamos al ritmo de la música!"-
Decidieron practicar todos los días antes del concurso. Al principio, les costó mucho sincronizar sus movimientos. Sofía se caía mientras intentaba hacer sus piruetas. "No te desanimes, Sofía. Cada caída es una oportunidad para levantarse más fuerte"-, le dijo Tomás con ánimo. Con cada día que pasaba, mejoraron y se divirtieron, pero se dieron cuenta de que no eran los únicos en prepararse para el concurso.
Un grupo de patinadores experimentados llegó a la playa un día para practicar, y todos se impresionaron por sus trucos. Sofía sintió que su confianza disminuía. "Nunca seremos tan buenos como ellos, Tomás. Tal vez sea mejor que no participemos"-, murmuró. "No te equivoques, Sofía. Tenemos nuestra propia esencia y creatividad. Vamos a disfrutar y dar lo mejor de nosotros"-, le recordó Tomás.
El día del concurso llegó, y la playa estaba llena de gente. Sofía y Tomás se pusieron sus trajes de colores y comenzaron a maquillarse. A medida que se pintaban, Sofía encontró su entusiasmo nuevamente. "Libres como los peces en el agua, brillaremos como el sol"- murmuró mientras se miraba al espejo.
Cuando llegó su turno, sintieron mariposas en el estómago, pero una vez que la música comenzó a sonar, todo cambió. Se lanzaron a la pista de patinaje. Sofía dudó un segundo cuando se vio rodeada por los patinadores expertos, pero Tomás la tomó de la mano y, juntos, comenzaron a realizar su coreografía.
El maquillaje brillaba bajo el sol, y la gente empezó a aplaudir mientras ellos compartían su historia a través del patinaje, moviéndose como peces en el mar.
De repente, durante un salto en el aire, Sofía se cayó, pero no se rindió. Se levantó rápidamente y siguió patinando, sonriente. "A veces caerse es parte de la diversión, ¿no?"- gritó al público. La multitud estalló en risas y aplausos.
Al final, cuando la música terminó y tomaron sus lazos, los jueces sonrieron y apludieron. Sofía y Tomás no ganaron el primer lugar, pero sí recibieron un premio especial por su creatividad y esfuerzo. "Los verdaderos ganadores son aquellos que se divierten y dan lo mejor de sí mismos"-, dijo uno de los jueces, sonriendo.
Sofía y Tomás aprendieron que lo más importante no era ganar, sino disfrutar cada momento y compartir su pasión con los demás.
Desde ese día, cada verano, se celebró el Gran Concurso de Patinaje en la Playa de Marisol, donde niños de todas partes se reunían para mostrar su creatividad, patinar y, por supuesto, ¡usar mucho maquillaje!
FIN.