El concurso de talentos de Lucas y la lección de la tortuga
Había una vez en un hermoso pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían muchos animales de la selva en armonía.
En ese lugar, destacaba por su inteligencia y astucia el zorro Lucas, quien siempre se jactaba de ser el más listo de todos. Un día, Lucas decidió organizar un concurso de talentos para ver quién era el mejor del pueblo. Todos los animales se entusiasmaron con la idea y comenzaron a prepararse para mostrar sus habilidades.
Había monos acróbatas, pájaros cantores, osos malabaristas y hasta una tortuga que prometía hacer algo extraordinario. El día del concurso llegó y todos estaban ansiosos por demostrar lo que sabían hacer.
El jurado estaba conformado por Lucas, la lechuza Sabrina y el oso Pablo. Uno a uno los participantes fueron mostrando sus actos, pero cuando llegó el turno de la tortuga Rosita algo inesperado sucedió.
Rosita no estaba haciendo nada especial, simplemente caminaba lentamente por el escenario mientras todos la miraban desconcertados. Lucas comenzó a reírse y a burlarse de ella: "-¿Qué crees que estás haciendo, Rosita? ¡Esto es un concurso de talentos! Deberías irte si no tienes nada interesante que mostrar", dijo con tono despectivo.
Pero Sabrina intervino rápidamente: "-¡Esperen un momento! Rosita nos está dando una gran lección sobre responsabilidad y respeto. Aunque su actuación parezca sencilla, ella está demostrando ser fiel a sí misma y no intenta impresionar a nadie con habilidades que no tiene".
Todos reflexionaron sobre las palabras de Sabrina y empezaron a aplaudir a Rosita por su valentía al mantenerse firme frente a las burlas de Lucas. Incluso este último sintió vergüenza por su comportamiento y pidió disculpas a la tortuga.
Al final del día, el jurado decidió otorgarle el premio a Rosita como reconocimiento a su actitud responsable y respetuosa.
Desde ese día en adelante, Lucas aprendió la importancia de valorar las diferencias y practicar la empatía hacia los demás. Y así concluyó esta historia en Villa Esperanza, donde todos comprendieron que la verdadera grandeza reside en ser auténtico consigo mismo y en tratar siempre con respeto a los demás.
FIN.