El Cóndor, la Cholita y el Picaflor



En un lejano paraje de la cordillera, donde el viento soplaba libre y los árboles danzaban al compás, vivía un cóndor muy orgulloso llamado Cóndorito. Era el rey del cielo, y surcaba las alturas con gracia y destreza. Sin embargo, Cóndorito tenía una costumbre: siempre competía con sus amigos para demostrar quién era el mejor.

Un día, mientras volaba alto, encontró a su amiga Cholita, una dulce llama que hacía mucho por ayudar a los demás.

"Hola, Cholita!", saludó Cóndorito. "¡Hoy tengo una idea! Vamos a competir sobre quién puede llevar más cosas a la cima de la montaña!"

"Pero, Cóndorito", respondió Cholita, "llevar cosas no es lo importante. ¿No sería mejor ayudarnos mutuamente?"

El cóndor, demasiado emocionado por la competencia, no le prestó atención a las palabras de Cholita y siguió organizando su carrera.

Esa misma mañana, también se acercó un feroz picaflor llamado Pica.

"¡Hola, Pica!", gritó Cóndorito. "¡Vamos a volar hasta la cima, y a ver quién llega primero!"

Pica, que era pequeño pero muy ágil, sonrió.

"¡Claro! Pero si me ayudas a recolectar néctar en el camino, podré volar mejor!"

Cóndorito se rió.

"¡Ayudar es para los que no pueden volar tan alto como yo!"

Así, los tres amigos decidieron llevar a cabo la competencia. Al poco tiempo, se dispusieron a partir. Cóndorito ascendió, y el viento estaba a su favor.

Cuando llegó a la familia de manzanos en la cima, se encontró con un problema: algunas manzanas estaban demasiado altas.

"¡Oh no! No voy a poder llevarlas", se lamentó Cóndorito.

Mientras tanto, Cholita, que había decidido ayudar a algunos pajaritos a construir su nido, tenía un plan.

"¡Cóndorito!", gritó desde abajo. "¡Puedo ayudarte a bajar las manzanas!"

"No, no necesito ayuda! Estoy bien solo", replicó Cóndorito, sintiéndose muy orgulloso.

Pica, que había llegado volando alrededor de las flores, vio el esfuerzo de Cholita.

"Cholita, yo puedo ayudarte a recolectar néctar para que tengas energía para ayudar a Cóndorito!"

Pero Cholita, preocupada por sus amigos, decidió continuar sola. Con mucho esfuerzo, comenzó a saltar hasta alcanzar las manzanas.

Días pasaron, y la competencia se hacía cada vez más intensa. Cóndorito estaba frustrado y cansado. No podía concebir que su orgullo lo llevara hasta aquí, sin poder completar su misión.

Finalmente, al mirar hacia el horizonte, vio a Cholita subiendo la ladera de la montaña con una sonrisa que iluminaba su rostro. Ella había juntado algunas flores y manzanas para ayudarlos a ambos.

"¡Cholita!", llamó Cóndorito, con una pizca de vergüenza. "Sería genial si me ayudaras a juntar las manzanas. Estaba equivocado al pensar que podía hacerlo solo."

"¡Por supuesto! Juntos podemos hacer todo lo que nos propongamos!", respondió Cholita alegremente.

Sin darse cuenta, Cóndorito aprendió una lección valiosa. Mientras sus amigos ayudaban, comenzaron a reírse y disfrutar del momento.

Por fin, lograron juntar los frutos y, contentos, decidieron celebrar su logro compartiendo una rica merienda en la cima.

Pica miró a sus amigos y exclamó,

"¡Miren lo que hemos logrado al unirnos! A veces, ayudar a los demás es lo que realmente importa."

Y así, el cóndor, la llama y el picaflor se dieron cuenta de que la verdadera victoria no estaba en llegar primero, sino en la amistad y la colaboración. Desde ese día, siempre se ayudaron unos a otros en lugar de competir, aprendiendo lecciones valiosas sobre la amistad, el trabajo en equipo y la importancia de ser humildes.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!