El Conejito de Pascua y el Regalo Inesperado
Era la mañana de Pascua y el Conejito de Pascua estaba muy emocionado por repartir huevos de chocolate a todos los niños del barrio.
Había preparado cuidadosamente cada huevo y había planificado su ruta para asegurarse de que ninguno se quedara sin recibir su regalo. Sin embargo, cuando llegó a una casa en particular, se dio cuenta con horror que había cometido un error terrible.
En lugar de dejar los huevos en la casa correcta, ¡los había dejado en la casa equivocada! El Conejito comenzó a entrar en pánico. ¿Qué iba a hacer? Sabía que los niños estaban esperando sus huevos con ansias y no quería decepcionarlos. De repente, tuvo una idea.
Decidió ir puerta por puerta para preguntar si alguien había recibido accidentalmente los huevos destinados para otra casa. Después de buscar durante horas bajo el sol ardiente, finalmente encontró la casa correcta. Pero cuando tocó el timbre, nadie respondió.
-¡Oh no! -exclamó el Conejito-. ¿Y ahora qué hago? Justo cuando estaba a punto de irse derrotado, escuchó un ruido detrás de él. Se volteó y vio a un niño pequeño corriendo hacia él con lágrimas en los ojos.
-¿Te perdiste? -preguntó gentilmente el Conejito preocupado por aquel niño desconcertado--No -respondió el niño-. Estoy triste porque este año no pude tener mi propio huevo de Pascua.
Mi mamá dice que no podemos comprar dulces porque estamos ahorrando dinero para pagar algunas deudas. El Conejito sintió un nudo en la garganta. Sabía lo importante que era para los niños tener su propio huevo de Pascua y no quería que aquel niño se quedara sin uno.
-¡Lo tengo! -exclamó el Conejito emocionado-, ¡Tengo un huevo extra que puedo darte! El niño abrió los ojos como platos y le sonrió al Conejito con gratitud. El Conejito le entregó el huevo y el niño lo abrazó con fuerza.
-Gracias, señor conejo -dijo emocionado-. Esto es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. El Conejito se sintió muy feliz por haber hecho a alguien sonreír ese día.
Aprendió una valiosa lección: a veces los errores pueden conducir a acontecimientos maravillosos e inesperados, y siempre hay una manera de hacer las cosas bien. Y así, la Pascua siguió adelante con alegría y felicidad para todos los niños del barrio gracias al corazón generoso del Conejito de Pascua.
FIN.