El Conejito Diferente
En un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de todos los colores, existía una pequeña aldea donde vivían diversos animales. En esta aldea, habitaba la familia de conejitos. La mamá conejo, siempre cariñosa, tenía dos adorables hijos: una conejita muy juguetona y su pequeño hermanito, Timmy, quien era un poquito diferente.
A Timmy le encantaba jugar a su manera. Mientras otros conejitos corrían y saltaban en perfectas filas, él prefería dibujar formas en la tierra, inventar historias sobre dragones y hadas, o hablar con los pájaros que pasaban volando. Sus juegos eran muy distintos de los de los demás y, aunque él se divertía mucho, a menudo otros conejitos se reían de él.
Un día, estaba sucediendo algo en la aldea que todos los conejitos esperaban con ansias: la gran carrera anual de conejitos. Todos los niños estaban emocionados, excepto Timmy, quien prefería participar en su propia forma. Cuando la conejita vio que su hermano no quería interesarse, le dijo:
"¡Timmy, deberías participar! Es muy divertido y podrías ganar un premio!"
"No sé, hermana. A mí no me gusta correr como a los demás. Prefiero jugar a mi manera", respondió el hermanito con una sonrisa.
La conejita se sintió frustrada.
"¿Por qué no puedes ser como los demás?"
"Porque ese soy yo. Estoy bien así. No necesito correr", explicó Timmy, intentando que su hermana lo entendiera.
La carrera comenzó y los conejitos se alinearon listos para correr. Todos aplaudieron y gritaron mientras la mamá conejo les daba la señal de inicio. Sin embargo, en medio de la carrera, algo inesperado sucedió: un gran zorro apareció detrás de los árboles. Todos los conejitos entraron en pánico y comenzaron a correr descontroladamente.
La conejita, preocupada por su hermano, gritó:
"¡Timmy, corre!"
Pero Timmy, en lugar de correr, recordó que había hecho un amigo especial. Cuando el zorro se acercó a él, Timmy comenzó a contarle una de sus historias, hablando sobre un valiente dragón que protegía a su reino. El zorro, confundido por las palabras del pequeño conejito, se detuvo a escucharlo.
Mientras tanto, la conejita, al ver que el zorro estaba distraído, tuvo una idea brillante. Comenzó a reunir a los otros conejitos y les dijo:
"¡Escuchen! Timmy está entreteniendo al zorro. ¡Tenemos que ayudarlo!"
Todos juntos empezaron a saltar alrededor del zorro, haciendo ruidos divertidos y jugando. El zorro, finalmente desinteresándose de Timmy, se dio vuelta y se alejó del grupo, confundido por tanto alboroto.
Después que el zorro se fue, todos los conejitos se reunieron alrededor de Timmy. La conejita, orgullosa de su hermano, lo abrazó.
"¡Eres un héroe! Tu manera de jugar salvó el día!"
"No hice nada especial", respondió Timmy con modestia.
"¡Sí lo hiciste! Necesitamos aprender que ser diferentes puede ser genial. Tú sos especial por ser como sos. Eso hizo que el zorro se detuviera", dijo ella.
Desde ese día, los otros conejitos comenzaron a ver a Timmy de una manera diferente. La conejita se llenaba de orgullo y aprendió que no siempre había que seguir la corriente; a veces, ser diferente era la mejor forma de ayudar. A partir de entonces, cada día jugaban juntos y, de vez en cuando, Timmy les contaba historias mágicas que hacían volar la imaginación de todos.
Así, el pequeño conejito diferente se convirtió en un héroe no solo para su hermana, sino para toda la aldea, recordándoles que cada uno, con sus peculiaridades, aporta algo especial al mundo.
FIN.