El Conejito Educado
Había una vez un conejo llamado Ramiro que vivía en un hermoso bosque lleno de flores y árboles. Ramiro era un conejo muy especial porque siempre tenía buenos modales. Todos los días, él iba a la escuela del bosque, donde aprendía junto a otros animales. En su clase estaban Carla, la tortuga, el lobo Leo, la ardilla Nati y el pato Pipo.
Un día, la maestra, la búho Sofía, decidió que era momento de tener un concurso sobre modales. Todos los animales debían mostrar lo que habían aprendido sobre cómo comportarse en clase. Ramiro se emocionó mucho y pensó que sería una gran oportunidad para mostrar a todos lo importante que son los buenos modales.
El día del concurso, cada uno de los animales presentó su proyecto. La tortuga Carla habló sobre la importancia de escuchar a los demás.
"Cuando escuchamos, aprendemos más y hacemos sentir a los demás que su opinión es valiosa", dijo Carla con convicción.
El lobo Leo, un poco travieso, presentó su proyecto sobre las disculpas.
"Si hacemos algo mal, siempre hay que pedir disculpas. Es una manera de demostrar respeto", afirmó Leo, mientras hacía una mueca para que todos rieran.
Luego fue el turno de la ardilla Nati, quien habló sobre cómo compartir es fundamental para tener amigos.
"Si compartimos, todos nos divertimos. ¡A nadie le gusta jugar solo!", exclamó Nati, agitando su colita con emoción.
Y llegó el momento de Ramiro. Él estaba un poco nervioso, pero sabía que podía compartir algo importante. Se subió al estrado y sonrió a sus compañeros.
"Yo creo que los buenos modales son esenciales en nuestra vida diaria, no sólo en clase. Decir 'por favor', 'gracias' y 'disculpa' son palabras mágicas. ", comenzó Ramiro.
Pero, mientras hablaba, el compañero más travieso de la clase, el pato Pipo, empezó a hacer ruidos raros.
"¡Cuac cuac! ¡Soy el pato más divertido!", gritó Pipo, interrumpiendo la presentación.
Ramiro, en lugar de enojarse, decidió usar su calma para enseñarle a Pipo.
"Pipo, ¿podrías esperar tu turno, por favor? Todos tenemos derecho a hablar en la clase. Así nos respetamos unos a otros."
Los demás animales aplaudieron, y Pipo se sonrojó.
"Tenés razón, Ramiro. Me disculpo por interrumpir", dijo el pato con sinceridad.
Ramiro continuó con su discurso.
"Los buenos modales no sólo son importantes para nosotros, sino que también ayudan a que nuestro bosque sea un lugar más agradable para vivir. Cuando somos amables, nos hacemos amigos y todos podemos ser felices juntos."
La maestra Sofía sonrió con orgullo hacia su alumno. Al final del concurso, ella agradeció a todos por sus aportes y les prometió que todos recibirían un diploma por su esfuerzo.
"Sin embargo, el diploma de 'El Mejor Conejo con Buenos Modales' se lo llevará Ramiro, porque nos ha enseñado una valiosa lección sobre el respeto y la amabilidad. ¡Felicidades, Ramiro!", anunció la búho Sofía.
Ramiro se sintió muy feliz. No sólo había compartido su conocimiento, sino que también había ayudado a Pipo a entender la importancia de los modales.
"Gracias a todos, pero recordemos que los buenos modales son un esfuerzo de todos. ¡A seguir practicándolos cada día!", concluyó Ramiro.
Y así, en el bosque, cada día se volvía un poco más amable, todo gracias a un conejito que sabía que la educación y los modales son la clave para vivir en armonía.
FIN.