El Conejito Valiente y la Pantera Amistosa
Era un brillante día en el bosque, lleno de colores y risas. El pequeño conejito, llamado Conejín, estaba brincando entre las flores y disfrutando de la belleza del lugar. De repente, sintió que algo lo observaba. Al dar la vuelta, se encontró cara a cara con una pantera majestuosa que lo miraba con curiosidad.
- ¡Oh no! - gritó Conejín mientras se daba la vuelta y comenzaba a correr lo más rápido que podía. - ¡Es una pantera! ¡Voy a ser su almuerzo!
La pantera, que se llamaba Pantera Sofía, no quería asustar a Conejín; ella solo quería hacer un nuevo amigo. Pero Conejín, asustado, saltaba entre los arbustos y corría como si el viento lo llevara.
Mientras huía, Conejín se encontró con su familia, que estaba descansando en un claro del bosque.
- ¡Mamá! ¡Papá! - dijo Conejín, entre jadeos. - ¡Una pantera me persigue! Necesitamos escondernos.
La mamá coneja, con una voz suave, le respondió:
- Tranquilo, Conejín. No todas las panteras son peligrosas. Es posible que solo quiera jugar.
Conejín, temeroso, exclamó:
- Pero es tan grande y tiene unos ojos tan intensos. ¡No puedo arriesgarme!
La familia conejos decidió que tenían que averiguar más acerca de la pantera. Así que, armados de valor, decidieron acercarse al lugar donde Conejín la había visto.
A medida que se acercaban, descubrieron a Pantera Sofía sentada bajo un árbol, sola y triste.
- ¿Por qué estás tan triste? - preguntó la mamá coneja, acercándose con cautela.
- ¡Me gustaría tener amigos! - respondió Pantera Sofía, apenada. - Pero todos me temen porque soy una pantera. Solo quería jugar con el pequeño conejo.
Los conejitos miraron a su madre, y Conejín sintió una chispa de valentía.
- Es cierto, Sofía - dijo Conejín dando un paso adelante. - Al principio me asusté, pero creo que no eres peligrosa.
Pantera Sofía se iluminó, le sonrió a Conejín y le dijo:
- ¡Gracias! Me gustaría mostrarles mi rincón favorito del bosque. Hay un lago hermoso donde se reflejan las estrellas.
Conejín miró a su familia, que asintió con la cabeza. Al final decidieron acompañar a Pantera Sofía hasta el lago.
Cuando llegaron, la visión era impresionante. El agua brillaba bajo la luz de la luna y las estrellas danzaban sobre su superficie como si fueran luciérnagas.
- ¡Es hermoso! - exclamó Conejín, maravillado. - Nunca había visto algo así.
Todos se sentaron alrededor del lago, y Pantera Sofía contó historias fascinantes sobre el bosque y sus habitantes, mientras los conejitos escuchaban embelesados.
Desde aquel día, la pantera y los conejos se convirtieron en amigos inseparables. Conejín aprendió que no siempre debemos dejarnos llevar por el miedo, y que a veces, lo que parece amenazante puede resultar ser un nuevo amigo.
Y así, en aquel bosque mágico, Conejín, su familia y Pantera Sofía jugaron juntos, riendo y explorando, descubriendo que la amistad puede florecer en los lugares más inesperados. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha terminado!
FIN.