El conejito y la estrella perdida



Había una vez un pequeño conejito llamado Copita. Era un conejito muy dulce y amistoso, siempre estaba dispuesto a jugar con sus amigos en el colegio. Su mejor amiga era Luna, una pequeña niña a quien le encantaba aprender cosas nuevas.

Un día después de jugar en el parque, Copita y Luna regresaron a casa, cansados pero felices.

"Hoy fue un día increíble, ¿verdad, Luna?" - dijo Copita mientras saltaba por el camino.

"¡Sí! Jugamos al escondite y fuimos a ver a las mariposas. ¡Me encantó!" - respondió Luna, sonriendo.

Mientras caminaban, Luna notó que algo brillaba en el suelo. Se agachó y recogió una pequeña estrella de papel.

"Mira, Copita, ¿qué te parece?" - le mostró a su amigo.

"¡Es hermosa!" - exclamó Copita, sus ojitos brillando de emoción.

Sin embargo, cuando Luna miró alrededor, se dio cuenta de que algo no estaba bien.

"Oh, no... he perdido la estrella del colegio. La profesora dijo que era muy especial y que nos ayudaría a recordar nuestros sueños. ¿Qué haré?" - dijo, preocupada.

"No te preocupes, Luna. Vamos a buscarla. ¡No podemos dejar que una estrella se pierda!" - animó Copita, decidido a ayudar a su amiga.

Así que comenzaron su búsqueda. Recorrieron el parque, miraron detrás de los árboles y buscaron bajo las flores, pero la estrella seguía sin aparecer. La tarde empezó a caer y Luna se sentía triste.

"Quizás no debí haberla sacado de la clase..." - murmuró, con los ojos llenos de lágrimas.

"Espera, Luna. Tal vez necesitamos pensar en los sueños que tenemos y simplemente creer que la estrella volverá a nosotros. A veces, cuando perdemos algo, puede que sea una oportunidad para encontrar algo aún más valioso" - le dijo Copita.

Luna miró a su amigo, inspirada por su optimismo. "¿Qué quieres decir?" - preguntó.

"Te propongo que hagamos una lista de nuestros sueños. Eso nos ayudará a recordar por qué la estrella es importante", sugirió Copita.

Así, se sentaron en una pequeña colina y comenzaron a escribir.

"Yo sueño con ser una gran científica y descubrir nuevas formas de cuidar de los animales" - dijo Luna, emocionada.

"Y yo quiero ser el mejor saltarín del mundo y dar saltos altísimos como un canguro!" - exclamó Copita, riendo.

Pasaron un buen rato compartiendo sus sueños hasta que se sintieron mucho mejor. De repente, escucharon un suave susurro en el viento. Era la estrella brillando entre las hojas de un árbol cercano.

"¡Mira, Luna! La estrella está ahí. ¡La encontramos!" - gritó Copita con alegría.

Luna corrió y la tomó con delicadeza.

"Gracias, Copita. No solo encontramos la estrella, también hemos recordado lo que realmente importa: nuestros sueños y la amistad" - dijo Luna, contenta.

"Exacto. Y siempre que estemos juntos, nuestros sueños estarán siempre brillando" - respondió Copita.

Desde aquel día, Luna y Copita aprendieron a valorar no solo los objetos que tenían, sino también los momentos, las palabras compartidas y la amistad. Y así, con mucho amor, empezaron a trazar un camino lleno de sueños por realizar.

Fin.

FIN.

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