El Conejo Mágico del Bosque



Había una vez un bosque encantado, lleno de árboles altos, flores de colores brillantes y un sinfín de animales. En este mágico lugar, vivía un conejo llamado Copito, que no era un conejo cualquiera, sino un conejo mágico. Copito tenía un pelaje blanco como la nieve, y su mayor secreto era que podía hacer realidad cualquier deseo que se le pidiera.

Un día, una joven niña llamada Clara se aventuró en el bosque. Clara era conocida por su espíritu curioso y soñador. Mientras exploraba, se encontró con Copito en un claro.

"¡Hola, pequeño conejo! ¡Eres tan lindo!" - exclamó Clara, maravillada al ver su suave pelaje.

"¡Hola, Clara! Soy Copito, el conejo mágico del bosque. Si me haces una pregunta con el corazón, puedo hacer que tu deseo se haga realidad" - dijo el conejo con una voz suave y melodiosa.

"¿De verdad puedes hacer deseos?" - preguntó Clara, con los ojos bien abiertos de asombro.

"Sí, así es, pero recuerda, cada deseo tiene su consecuencia" - advirtió Copito con una sonrisa sabia.

Intrigada, Clara pensó por un momento. Luego, decidió pedir un deseo:

"Deseo poder volar como los pájaros!"

Copito asintió y con un suave movimiento de su patita mágica, un brillo resplandeciente rodeó a Clara. En un instante, sus pies se despegaron del suelo y comenzó a flotar. La niña gritó de alegría mientras ascendía hacia el cielo.

Sin embargo, al principio, sólo logró apreciar la belleza del bosque desde arriba. Pero pronto se dio cuenta de que no podía aterrizar.

"¡Ayuda, Copito! No sé cómo bajar!" - lloró Clara, aterrorizada de estar tan alto.

"Recuerda, Clara, que al volar, también tenés que aprender a controlarte. Intenta usar tus brazos, como si fueras un pájaro" - le aconsejó el conejo.

Con un poco de práctica, Clara se dio cuenta de que podía bajar moviendo sus brazos y al poco tiempo estaba de nuevo en el suelo, aunque un poco mareada.

"¡Wow! ¡Qué experiencia! Pero creo que me gustaría un deseo diferente" - dijo, aún emocionada.

Clara pensó en los otros animales del bosque, que siempre le contaban sobre las dificultades que enfrentaban. Entonces decidió:

"Quiero que todos los animales del bosque tengan un hogar seguro y feliz".

El conejo sonrió y con otro movimiento de su patita mágica, hizo que cada árbol en el bosque se llenara de cómodas madrigueras y refugios para los animales. Pronto, el bosque se volvió un lugar más acogedor.

"¡Mirá, todos están felices!" - dijo Clara, sonriendo al ver cómo los animales jugaban en sus nuevos hogares.

"Eso se debe a que pensaste en los demás, Clara. Eso es lo que hace un deseo especial" - respondió Copito.

Entusiasmada, Clara decidió hacer un último deseo.

"Quiero aprender a cuidar y proteger el bosque, para que siempre sea un lugar mágico para todos".

De repente, Copito brilló aún más.

"Ese es un deseo muy sabio. Te daré el conocimiento sobre cómo cuidar la naturaleza" - dice el conejo.

Y en un instante, Clara sintió una sabiduría nueva brotar en su interior. Desde ese día, se convirtió en la guardiana del bosque, enseñando a otros niños sobre la importancia de cuidar la naturaleza y proteger el hogar de los animales.

"Gracias, Copito. Eres el mejor amigo que uno puede tener" - dijo Clara con gratitud.

"Recuerda siempre: los mejores deseos son aquellos que vienen del corazón y que piensan en el bienestar de los demás" - concluyó Copito.

Clara nunca olvidó al conejo mágico y, desde entonces, se comprometió a cuidar el bosque y a compartir su sabiduría con todos. Y así, el bosque siguió siendo un lugar mágico, donde los deseos podían hacerse realidad, siempre que fueran para el bien de todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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