El conejo mágico y los deseos salvadores



Había una vez una niña llamada Adelle, a quien le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró una botella misteriosa en el suelo.

Adelle la levantó con curiosidad y notó que había algo escrito en ella. "-¡Hola! Soy un conejo mágico atrapado dentro de esta botella. Si me liberas, te concederé tres deseos", decía el mensaje. Adelle no podía creer lo que veían sus ojos.

Sin pensarlo dos veces, abrió la tapa de la botella y un adorable conejo salió saltando. "-¡Gracias por liberarme! Ahora dime tus tres deseos", dijo el conejo con entusiasmo.

Adelle pensó durante unos momentos y luego respondió: "-Mi primer deseo es tener un remedio mágico para curar a todos los animales enfermos del bosque". El conejo asintió con una sonrisa y sacó de su bolsillo un frasco pequeño lleno de polvo brillante.

Adelle tomó el frasco y comenzó a esparcirlo por todo el bosque. Al instante, los animales enfermos se sintieron mejor y recuperaron su vitalidad. "-¡Increíble! ¡Funcionó!", exclamó Adelle emocionada al ver cómo los animalitos volvían a jugar felices.

Después de ver lo poderoso que era aquel remedio mágico, Adelle decidió guardar el segundo deseo para más adelante. Mientras tanto, siguiendo su aventura por el bosque, encontraron un río cristalino donde algunos patitos nadaban tristemente. "-¿Qué les pasa, patitos?", preguntó Adelle preocupada.

Uno de los patitos explicó que habían perdido su remera especial, la cual les protegía del frío. Sin ella, tenían mucho frío y no podían disfrutar del río como antes.

Adelle decidió usar su segundo deseo para ayudar a los patitos y pidió al conejo mágico una nueva remera que pudiera abrigarlos a todos. El conejo hizo un gesto con su varita mágica y, de repente, apareció una hermosa remera grande y acolchada. Los patitos se emocionaron al verla y rápidamente la probaron.

Enseguida sintieron el calor en sus cuerpecitos y comenzaron a nadar felices por el río otra vez. "-¡Muchas gracias, Adelle! ¡Eres nuestra heroína!", exclamaron los patitos llenos de alegría.

Adelle sonrió satisfecha pero sabía que aún quedaba un último deseo por cumplir. Siguiendo su camino por el bosque, encontraron una ardilla triste sentada en una roca. "-Hola pequeña ardilla ¿qué te ocurre?", preguntó Adelle amablemente.

La ardilla le contó que había perdido todas las nueces que había recolectado para el invierno y ahora no tenía comida suficiente para sobrevivir durante esos meses fríos. Adelle sabía lo importante que era tener alimentos para pasar el invierno, así que decidió usar su último deseo para ayudar a la ardilla.

Pidió al conejo mágico un árbol lleno de nueces deliciosas. El conejo mágico movió su varita y, de repente, un enorme árbol apareció frente a ellos. Estaba repleto de nueces jugosas y listas para ser recolectadas.

La ardilla saltó de alegría al ver el árbol y comenzó a reagarrar las nueces con entusiasmo. Ahora tendría suficiente comida para sobrevivir durante todo el invierno.

"-¡Gracias, Adelle! ¡Eres la mejor amiga que una ardilla podría tener!", exclamó la pequeña ardilla emocionada. Adelle se sentía feliz y satisfecha por haber ayudado a los animales del bosque.

Aprendió que no importa cuán pequeños seamos, siempre podemos hacer una gran diferencia en la vida de los demás si estamos dispuestos a ayudar. Y así, Adelle y sus nuevos amigos animales vivieron muchas más aventuras juntos, prometiendo cuidar siempre del bosque y de todos sus habitantes.

FIN.

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