El Conejo que no Quería Zanahorias
Había una vez en un tranquilo bosque, un conejo llamado Pompón. A diferencia de la mayoría de los conejos, a Pompón no le gustaban las zanahorias.
"Pero Pompón, ¡son deliciosas y saludables!", insistía su mamá coneja cada mañana mientras le ofrecía un plato repleto de zanahorias frescas.
"No, mamá, yo prefiero las flores", respondía Pompón, olfateando un ramillete de violetas.
Pompón soñaba con aventuras y explorar el bosque, así que pasaba sus días correteando detrás de mariposas y jugando en el prado. Pero su mamá siempre estaba preocupada por sus preferencias alimenticias.
"Si no comes zanahorias, no vas a tener la energía que necesitas para jugar", le decía ella.
Un día, mientras Pompón exploraba cerca de un arroyo, se encontró con un grupo de animales que estaban teniendo una fiesta. Había ardillas, pájaros y hasta un zorro amistoso. Todos estaban disfrutando de un banquete de zanahorias.
"¡Pompón, ven a festejar con nosotros! ¡Son las mejores zanahorias del bosque!", gritaron las ardillas.
"No, gracias. No me gustan", dijo Pompón, pero al ver a todos divertirse, decidió quedarse un rato.
Mientras se divertía, notó que los animales estaban saltando y corriendo con mucha energía. Se sintió un poco fuera de lugar, pero continuó disfrutando de la compañía. De repente, uno de los pájaros tropezó y cayó al suelo.
"¡Ayuda!", gritó el pájaro.
"¡Voy a ayudarte!", dijo Pompón, y corrió hacia él. Aunque no tenía tanta energía como los demás, Pompón se sintió muy valiente.
Después de ayudar al pájaro a levantarse, decidió que quizás las zanahorias no eran tan malas. Así, a pesar de no querer probarlas, empezó a pensar en cómo podría ser la vida como un conejo lleno de energía.
"¿Y si trato un bocado?", se dijo a sí mismo.
Al regresar a casa esa noche, Pompón le comentó a su mamá.
"Mamá, hoy conocí a varios amigos y... podría intentar comer zanahorias, aunque sea sólo un poquito".
"¡Qué gran decisión, Pompón! Te vas a sentir muy bien", respondió su mamá con una sonrisa.
Al día siguiente, Pompón se sentó con su mamá y preparó un pequeño plato con una zanahoria. La miró de cerca, inseguro, pero al morderla, descubrió que estaba deliciosa.
"¡Mirá! No sabía que esto era tan bueno", exclamó sorprendido.
A partir de ese día, Pompón comenzó a incluir zanahorias en su dieta. Se sintió más enérgico y fortalecido, y finalmente pudo correr y jugar por horas con sus nuevos amigos.
"Gracias por ayudarme a probarlas, mamá. ¡Son geniales!", dijo Pompón.
"Luego de probarlas, ¿conociste a otros sabores?", le preguntó su mamá.
"Sí, y ahora quiero ser el mejor conejo del bosque".
Así, Pompón descubrió que a veces, lo que menos nos gusta puede ser beneficioso. Aprendió la importancia de tener una dieta balanceada y no cerrarse a nuevas experiencias.
Desde ese momento, él no solo se convirtió en un gran amante de las zanahorias, sino también en un ejemplo para los otros conejos del bosque, que entendieron que probar cosas nuevas puede ser el camino hacia nuevas aventuras.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.